Luis rubén Maldonado Alvídrez
El ambiente político en todo el país está más que enrarecido con una estela de color naranja detono fosforescente decadente y una mezcla de un guinda mezclado con azul y rojo. En todo el país vemos como la militancia al interior del partido gobernante en México, Morena de López Obrador, está gestando un enojo silencioso ante la llegada de personajes que, horas antes, militaban en el PRI o el PAN y son anunciados como candidatos a puestos locales y federales.
Casos hemos visto recientemente en Chihuahua, Oaxaca, Nayarit, Sinaloa, Ciudad de México, Estado de México y prácticamente todas las entidades del país. Casi la totalidad de estos tránsfugas ocuparon alcaldías, coordinaciones legislativas u otros cargos de elección relevantes; representaron, en su momento, un liderazgo fresco, novedoso y con futuro sus antiguos partidos, hoy viven de sus glorias vividas, afectados por decisiones políticas pasadas y con mucha de sed revancha.
Esta situación que se repite por toda la geografía nacional y representa un reto, especialmente para candidatos o candidatas que busquen la reelección en un municipio o distrito electoral, puesto que estos conversos al morenismo, en muchos casos fueron sus adversarios internos en el pasado muy reciente.
¿Por qué un reto?
Vamos a suponer que un expanista con trayectoria, más o menos robusta, es designado candidato a la alcaldía por Morena para competirle al panista en el poder y quien, no sólo ganó la elección anterior, sino que, en la interna partidista, derrotó a quien hoy se convierte en su rival en pos de la alcaldía.
Para el retador, es una situación donde tiene todo que ganar y nada que perder; para el retado, es más complicada, pues tiene la opinión pública a su favor, así como las preferencias internas y externas y no se puede equivocar. El retador viene de un letargo político y busca llamar la atención para obtener posicionamiento entre el electorado y, obviamente, provocar a quien busca la reelección.
¿Qué debe hacer quien retado?
Si, como es el hipotético caso de hoy, quien busca la reelección y ha sido retado tiene la ventaja en preferencias, debe concentrar su agenda en los temas como el trabajo y resultados de su gestión, los cuales son carta de presentación para pedir el refrendo de la confianza popular para otros tres años al frente de un ayuntamiento.
Hay que tener cuidado con esos “asesores”, quienes aparecen como los diablitos de las caricaturas de antaño, susurrando a la oreja del candidato o candidata, que ataquen al retador por traidor y otra sarta de improperios que consideran necesarios. “Aplastarlo como mosca”, es una expresión común de esos oficiosos “asesores” para estos casos.
Y, además, buscan contagiar a las dirigencias partidistas y otros aliados para que los ataquen desde la altura del poder, porque piensan que es una mosca que aplastar, sin reparar en la información, encuestas y especialmente la estrategia para lograr la reelección.
El retador está abajo del ring de boxeo. Mientras su oponente ganó el cinturón la pelea pasada y lo presume. No ha dejado de trabajar para poder contender otra vez y salir victorioso. Mientras el retador espera a que, siquiera lo voltee a ver, para poder provocarlo y tener pretexto para subirse al ring y pelear con él o ella.
Es decir, en el caso hipotético de hoy, si una candidata o candidato quiere hacerle el trabajo sucio a su oponente, está en la libertad de hacerlo, pero pondrá en peligro su aspiración propia: ahí está el caso de López Obrador con Xóchitl Gálvez.
Si quieren hacer crecer a un oponente microscópico, en este momento, es un grave error. Hay que tener cabeza fría y siempre presente la pregunta: ¿esto abona a la estrategia?
Las candidatas y candidatos deben de tener muy presente lo anterior, porque muchas veces son sus mismos equipos o la falta de control de emociones, las que hacen crecer al oponente y de ser una amenaza microscópica lo pueden convertir en una especie de Xóchitl Gálvez con posibilidades reales de ganar.
La soberbia y la ira no son buenas consejeras.
ESPRESSO COMPOL
La memecracia en la que vivimos en contundente para comunicar con imágenes: unos cables de teléfono cuelgan de poste a poste. En medio se ven enredados unos tenis naranja fosforescente y los acompaña la leyenda: siempre no se usarán los fosfo-fosfo.
Vaya manera de ilustrar el fracaso de Samuel García que le ha salido muy caro a Nuevo León. Gobernar no es un juego y menos capricho.