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LOS PETER´s

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#ConSentidoComundeMujer

María Esther González Aguilar

¿Por qué tantos cargos o puestos importantes son ocupados por individuos incompetentes para desempeñar sus obligaciones, facultades, deberes o atribuciones de sus respectivas responsabilidades? Para el caso de los servidores públicos, si aceptaron la responsabilidad para la que no eran competentes y los representantes populares, si juraron cumplir y hacer cumplir las leyes y de lo que ellas emanen ¿no cumplen? Las respuestas pueden ser varias y de diverso origen; esta colaboración se centra en un factor de actualidad y predominancia como lo es la incompetencia bajo “El principio de Peter”.

Laurence Peter y Raymond Hull, autores del principio, sostienen «en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia». Desarrollan con variados casos y ejemplos, la teoría sobre como la incompetencia es un fenómeno más común de lo que se piensa, que no conoce barreras de tiempo ni lugar y que nos hemos acostumbrado y es tan socialmente permisible que “se ha aceptado la universalidad de la incompetencia”. Hay varios tipos de incompetencia, física, social, emocional, intelectual, etc., y de acuerdo a los autores, existe en todas partes “pujante y triunfante”.

La incompetencia, la vemos, en ocasiones somos cómplices o víctimas, en otras, somos protagonistas, existe en todos los ámbitos sociales. La más grave incompetencia es la que como resultado es pérdida de vidas; atentar contra derechos y libertades o provocar desestabilización. Si es por impacto o grado de repercusión por lo general incurren en ella, gobernantes, funcionarios públicos de todos los poderes, órdenes de gobierno y niveles, desde luego en representantes populares. ¿Que acaso no es incompetente el que se comprometió a resolver problemas sociales, pasa el tiempo, concluye con su periodo y nada resolvió? y los problemas siguen e incluso por su incompetencia llegan a ser mayores.

Ejemplos tenemos en buena cantidad, solo con ver su alrededor, enlise nombres y ¡bingo! así tenemos: excelentes candidatos que son pésimos gobernantes; buenos jueces pero incompetentes magistrados; brillantes directores pero malos secretarios de estado; excelentes asistentes o subalternos y grises directores; buenos amigos, compadres, socios pero cero efectivos como funcionarios; buenos gestores sociales y malos servidores públicos; eficientes trabajadores pero una nulidad como jefes; muy activos afiliados y malos dirigentes; brillantes y talentosos jugadores pero malos entrenadores…etc…etc.

Todos podemos cometer un error, hasta los individuos más competentes han cometido equivocaciones o como también explica el principio: el incompetente por hábito puede, por una acción casual, acertar a veces. Lo deseable es que exista honestidad, responsabilidad, inteligencia emocional y rechazar una responsabilidad antes que caer en una incompetencia cuando el resultado sea el fracaso y grave cuando se afecta a terceros. El tema da para más, por lo pronto ¡Es cuanto!

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