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LLUEVE SOBRE MOJADO

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Luis Guillermo Hernández Aranda

Casas y calles inundadas, personas damnificadas, árboles y postes caídos, vehículos varados y otros que cayeron por zanjas mal compactadas, fueron parte del saldo que dejó la lluvia que azotó Torreón el pasado fin de semana.

En el desierto siempre se agradece que aparezca la lluvia. Sin embargo, es imposible disfrutarle, porque Torreón no cuenta con la infraestructura necesaria para evitar que se formen lagunas. Tampoco puede ser motivo de alegría cuando los carros quedan varados e incluso es necesario desalojar a cientos de familias. El saldo oficial es de 50 colonias inundadas y más de 8 mil familias damnificadas.

En 44 años que llevo de vida la historia de Torreón y las lluvias siempre ha sido la misma. Incluso cuando la precipitación es mínima las goteras y las fallas en los servicios primarios son la constante. Todo esto impide que la gente disfrute ese regalo de la naturaleza.

Cuando se conduce en carro, más que temer al choque, las plegarias se elevan para no quedarse varado. En días de lluvias estamos obligados hacer un rápido ejercicio mental para recordar que calles no se inundan, lo cual se vuelve una misión imposible en una zona conurbada donde el drenaje pluvial se ha convertido en la eterna promesa incumplida tanto por alcaldes panistas como priistas. En esta ocasión incluso el ejercicio mental no servía de nada porque prácticamente todo estaba inundado.

Las olas del bulevar Independencia, de la Cuauhtémoc, los pasos a desniveles convertidos en alberca, la evacuación en la Santiago Ramírez y las protestas en la colona Provitec acapararon las noticias durante esta semana.

En esta historia parece una mala broma la declaración que meses antes había hecho el secretario del Ayuntamiento, Sergio Lara, afirmando que “Torreón estaba listo para las lluvias”. Nuevamente comprobamos que no. Como también comprobamos que las autoridades ya no pueden justificarse con el discurso de “lluvias atípicas”. Estas precipitaciones llegaron para quedarse, son parte del cambio climático que nos negamos a reconocer.

La contingencia nos recuerda, una vez más, lo mal planeada que está nuestra ciudad. Donde el crecimiento ha sido desordenado y nunca se respetó un plan rector de desarrollo.

La contingencia fue tan grande que ahora ni las redes sociales nos permitieron tomar con humor nuestra desgracia. Aunque la creatividad sí estuvo presente de esta forma los usuarios de Facebook y de Twitter colgaron fotografías y emitieron mensajes donde la imaginación permitió ver a delfines e incluso alguien más osado se metió a nadar en el campo de golf del Campestre La Rosita que estaba totalmente inundado.

Pero más allá del cotorreo, no es agradable caminar por calles donde el agua llega hasta la cintura y por ende sucias. El gobernador, Miguel Riquelme, visitó las colonias más afectadas y se hizo común verlo caminando en la Santiago Ramírez con el agua hasta la cintura escuchando peticiones.

Por su parte al alcalde de Torreón, Jorge Zermeño, reconoció ineficiencias por parte del Simas que sin duda reaccionó muy tarde a la emergencia. Incluso Gerardo Berlanga, secretario de Obras Públicas, dijo que la inundación tuvo su origen en el mal estado de los colectores sanitarios.

Nuevamente en los medios se ventilan reclamos, exigencias, repartición de culpas, mientras que en las redes panistas y priistas se dan con todo con pretexto de la inundación. Así el tema, otra vez, se politiza.

Hoy parece que todo vuelve a la normalidad, pero la pregunta es ¿qué vamos hacer con las próximas lluvias? Porque cuando nos visita Tláloc nos llueve sobre mojado.

@lharanda

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