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Fabiola Lara García
El Reino Unido lleva meses en una locura que, al parecer, no tiene cura. La ex primera ministra Theresa May intentó por todos lados que se aprobara el acuerdo que había alcanzado con los líderes de la Unión Europea siempre se topó con el bloqueo del Parlamento y la orilló a renunciar.
En julio, Boris Johnson asumió el cargo defendiendo que el Brexit no volvería a ser pospuesto y tendría lugar para el 31 de octubre, aunque no hubiera acuerdo con los socios europeos. “Prefiero estar muerto en una zanja que retrasar el Brexit”, ha dicho.
El pasado cámara baja británica aprobó un proyecto de ley que impide el llamado «Brexit duro», es decir, que la salida de la Unión Europea se produzca sin acuerdo, lo que permite a los legisladores tomar el control parlamentario del Reino Unido y luchar contra la salida de la Unión Europea si no hay un acuerdo de por medio.
La locura del Brexit ha tenido sus estragos en la economía. Los inversionistas internacionales mostraban su preocupación. La libra bajó a 1.1960 dólares en las cotizaciones del martes, un centavo con respecto al lunes, y se estabilizó en 1.1990 dólares. La divisa cerró en 1.2088 dólares por unidad. Ha sido su nivel más bajo desde octubre de 2016, cuando la incertidumbre sobre el referéndum del Brexit era alta.
¿Por qué es tan riesgoso un «Brexit duro»?
Sería la salida del bloque europeo y del mercado único y las regulaciones aduaneras que facilitan el comercio entre los países de la Unión Europea. Por lo que, políticos, legisladores y empresarios, se oponen a una salida tan brusca, ya que argumentan que eso sería un duro golpe para la economía británica. Se considera que un Brexit duro es una opción peligrosa porque frenará décadas de comercio ininterrumpido con el mercado único de 500 millones de personas.
Boris Johnson insiste en que el potencial de salir sin un pacto debe mantenerse como moneda de cambio en las negociaciones con la Unión Europea. En su momento, la exprimera ministra Theresa May tenía un acuerdo de salida que ella misma había conseguido con la Unión Europea, pero no logró persuadir a los miembros del Parlamento para apoyar su acuerdo. Al llegar Boris Johnson, un duro defensor del Brexit duro, las cosas se han complicado aún más.
Sorprendentemente, Johnson decidió suspender el Parlamento del 10 de septiembre al 13 de octubre y se real majestad la Reina Isabel II le dio su beneplácito a la medida. Lo que provocó diversas manifestaciones y descontento de algunos ciudadanos que salieron a protestar a las calles. Muchos consideraban que se trataba de una estrategia del primer ministro para evitar el voto parlamentario y forzar al Brexit duro.
Por ello una alternativa para los legisladores opositores era tomar el control del Parlamento. Este martes se realizó la votación con 328 votos a favor de frenar a Johnson.
El miércoles pasado se inició un trámite para convertir en ley un proyecto que evite la salida de la Unión Europea sin antes tener un acuerdo con el bloque y se podrá discutir un nuevo plazo de salida de la UE, que podría pasar del 31 de octubre al 31 de enero de 2020.
El parlamento debe apresurarse en aprobar las reformas ya que este 3 de septiembre volvieron a las labores después del periodo vacacional de verano, por lo que tienen los días contados (la suspensión del Parlamento inicia el 10 de septiembre). Cabe destacar que aprobar una nueva ley requiere de la aprobación tanto de ambas cámaras.
El primer ministro británico afirmó el martes pasado que convocará a nuevas elecciones generales y sigue afirmando que el país saldrá de la Unión Europea el 31 de octubre.
Así que, hay locura por el Brexit para rato.