Tere Sumaya
Debido a la ola de violencia que actualmente vivimos en Nayarit hay centenas de personas desaparecidas desde junio del 2017.
Cada vez que una persona es privada de su libertad no sólo se ejerce violencia contra ella sino contra toda su familia, ya que desde las primeras horas después de la desaparición vivirán con sentimientos de enojo, miedo, angustia e incertidumbre.
Cuando una personas desaparece y no existen evidencias de que haya muerto ni de que aun este vivo el proceso de duelo se complica, ya que al dolor de la pérdida se suman miles de preguntas sin respuesta y probablemente culpa por no haber podido evitar ese suceso.
En un entorno de tristeza, duda, incredulidad y en un estado permanente de alerta esperando noticias en un sentido u otro, a la familia del desaparecido le resulta casi imposible aceptar la pérdida.
El agotamiento físico y emocional es enorme ya que todas las energías se invierten en la búsqueda de la persona desaparecida. Esta situación puede durar por años mientras mantengan la esperanza de encontrar con vida a su ser querido.
En estas circunstancias, el tanatólogo puede apoyar a la familia del desaparecido trabajando con el dolor que produce la ausencia de la persona, el miedo, la incertidumbre y el cansancio producido por la búsqueda, permitiendo la esperanza y respetando el ritmo de cada familia.
Además, es importante cuidar la alimentación, el descanso, así como dosificar el acceso a medios de información y noticias, para evitar el desgaste físico y emocional.