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LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

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Daniel Aceves Rodríguez

En días pasados como parte del tema de una clase que impartía referente a las características que acompañan al actuar o pensar del hombre de este siglo, se mencionaba como uno de los puntos fundamentales el correspondiente al Relativismo, vocablo que acredita una dilución generalizada del concepto de lo verdadero o de la verdad, sustituyéndolo por la entronización del término opinión, que en el caso de esta última permitirá que haya opiniones en número igual al de cada cabeza pensante, a contrario sensu de la verdad que solo tiene una acepción, y que es universal; el relativismo por lo tanto se fundamenta en el resabio de “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira” apoteosis del mismo que conlleva una posición que reduce todo concepto de verdad única, gestando así un laberinto de confusión y una nula responsabilidad.

El término de verdad se centra en lo expresado por el rigorismo filosófico al advertir que corresponde a “la adecuación del intelecto con la cosa” (Adequatio rei et intellectus), o dicho en otra forma por el pensador español Jaime Balmes en su libro El Criterio “La verdad es la realidad de las cosas”, o visto espiritualmente por San Agustín en su libro Las Confesiones; “La verdad es lo que es”; y posteriormente parafraseada por el poeta sevillano Antonio Machado que conjugó esta expresión con su lógica y artística rima: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”.

Por eso la Ciencia para existir, requiere de la verdad, debe ser un sistema coherente de verdades ciertas y lógicamente unidas entre sí, de lo contrario caería en la categoría de las pseudociencias o simplemente especulaciones del espíritu pero sin una conformación lógica, carente de toda autoridad objetiva y discursiva del pensamiento.

Como parte primigenia La Filosofía es ciencia, porque es un conocimiento cierto de las cosas por sus causas, más aún responde a la idea de ciencia en un grado óptimo puesto que emplea principios más universales y se esfuerza en descubrir la razón de todo lo real. La Filosofía verbigracia debe ser un saber científico de todo cuanto hay, por las causas primeras o los principios últimos, llegando a ella por la sola razón natural del hombre, situación viable para todo el género humano, único posibilitado de conocer la verdad como objeto material de su intelecto, expresión que deja conjuntados todos los saberes explicativos, fundamentales y teleológicos del universo en cuanto universalizable, filosofar (palabra que se aplica erróneamente solo a aquellos que aparentemente practican o saben de dicha ciencia, pero que sin embargo es innato de todo humano) es abrazarse de la verdad.

Dentro de la filosofía encontramos la Epistemología, que siendo literales trata específicamente del saber científico entendida en tres ramas o propiamente tres acepciones diversas, las que son: gnoseología o teoría del conocimiento, teoría de la Ciencia y teoría de los saberes. Si nos ubicáramos en la primera de ellas o sea en la gnoseología que trata sobre lo que significa el conocer y sobre ello desprendiendo las interrogantes del saber: ¿cuál es la esencia del conocimiento?, ¿Hay un conocimiento verdadero? ¿Cómo llego a ese conocimiento?, ¿Hay objetos trascendentes, independientes de todo pensamiento? ¿Qué es el conocer?, ¿Qué sucede cuando conozco?, pregunta fundamental y metódica donde se centra el punto de partida de cualquier teoría que precie de hablar sobre este punto central humano, diríamos en forma muy concreta que el hombre conoce, cuando “hace inmanente lo trascendente”, cuando el sujeto cognoscente toma para sí o aprehende un objeto conocido que es captable y luego captado por el sujeto, mediante un proceso de abstracción en que los sentidos toman lo particular del objeto (color, tamaño, sonido, etc.) y la inteligencia hace lo propio con lo universal del mismo, o sea su esencia (por eso cuando un niño conoce lo que es un perro, le podrá llamar perro a todo can que se le atraviese, ya que posee la generalidad específica de ese animal) y no le llamará perro a una gallina o a un caballo a pesar de ser del reino animal.

Posterior a ya poseer un objeto conocido dentro de nuestro intelecto, mi conocimiento será verdadero si la “imagen” que yo me formé coincide con el objeto. Si el contenido de mi conocimiento no concuerda con el objeto especificado, mi conocimiento será falso, la verdad se da, consecuentemente, en una relación. Los objetos se encuentran en cierto modo, antes y después de la verdad y de la falsedad, por eso decimos que las cosas existen independientemente de que las conozca o no, un hermoso atardecer seguirá existiendo y siendo tan verdadero aunque no tenga la dicha de que mis ojos y mi espíritu lo disfruten.

El realismo crítico nos da las posibilidades de tener certeza de algo, el escepticismo radical en cambio afirma que el conocimiento es imposible, el subjetivismo y el relativismo sin decir que no hay ninguna verdad, limitan la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga, a un círculo cultural que predomina en un momento histórico, por eso mismo como lo ha expresado algunos epistemólogos: subjetivismo y relativismo tienen en el fondo un carácter de escepticismo que destruye todo carácter de valor al conocer.

Opiniones sobre algo real o verdadero podemos tener muchas, cada cabeza es un mundo, por ello es válido tomarlo solamente como categoría de opinión, más nunca como verdad, opiniones puede haber muchas, pero la verdad es una sola, la Educación es una forma de propagar la verdad.

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