Rafael G. Vargas Pasaye
En medio del gran debate que se generó por (y no perdamos de vista que es el tema central) la violencia constante contra las mujeres en todo México y, en particular por la manifestación en la Ciudad de México (y sus réplicas locales), comenzó la campaña de comunicación que le permite la ley al Presidente de México para su primer informe de labores.
El marco legal le concede aparecer en imagen, voz y nombre siete días previos y cinco posteriores a la fecha de informe, y más allá de la poca o mucha creatividad demostrada en las piezas actuales, de la pobreza o riqueza de imágenes (en casi su totalidad aparece el presidente a cuadro, a veces solo y en otras acompañado), sobresale una frase que bien entra al debate del lenguaje progénero que a fechas recientes se ha levantado.
La frase “Soy un hombre de palabra”, se entiende que se refiere al género pero pudo haberlo cambiado y utilizar otra pero no, fue esa la elegida y sobre esa se basó el contenido subsiguiente de cada pieza.
Ahora bien, el Presidente no miente, es un hombre no sólo de palabra en singular sino de palabras en plural, de muchas, diario acapara desde su conferencia mañanera el micrófono, y sus réplicas (con faltas de ortografía incluidas en los hilos de noticias que envía la agencia Notimex) en casi todos los espacios mediáticos.
En esta lógica habría que preguntarnos si se requiere hoy en día un hombre (para seguir el concepto de esta campaña) de palabra o se requiere un hombre de verdad, de hechos, de resultados, que acepte lo que todavía no ha empezado siquiera a corregirse.
Lo que hemos visto en estos días es a un hombre de palabra, que se recarga en la frase “Separamos el poder político del poder económico” el mismo día que Carlos Slim el hombre más rico de México fue requerido para hablar desde el púlpito de las conferencias mañaneras en Palacio Nacional.
El hombre de palabra parece quedarse sin ellas ante los temas que no le favorecen: seguridad, crecimiento 0.0%, pleitos internos de Morena, guarderías, apoyo a investigadores, carencia de medicamentos.
Con todos los tintes propios de su estirpe, esta campaña de comunicación del Primer Informe de López Obrador no dista en nada de las típicas campañas de exmandatarios priistas o panistas, sobresaliendo el culto a la persona por encima de los retos institucionales.
Eso sí, en algunas piezas de antes al menos se veían paisajes de México, ahora la austeridad parece que pegó también en la creatividad, y hace que se vea pobre producción y un pobre México.
@rvargaspasaye