José Luis Naranjo
Vi ganar a Fox en 2000. A muchos no les gustó eso y decidieron convertir a la figura presidencial en la caricatura favorita del país. Además, él ayudaba mucho. También vi ganar a Calderón en 2006. Caótica aquella elección y prácticamente todo el sexenio. Sí, una vez más el presidente se convertía en el blanco principal de ataques, burlas y descalificaciones.
Con 2012 llegó el triunfo de Peña Nieto. Hasta ahora, gracias al impacto de las redes sociales, quizá, para muchos, nuestro comediante favorito. En 2018 será el año que verá llegar, por fin, a López Obrador a la presidencia de México, y le auguro un buen sexenio con muy buenos memes. Creo que sin duda superará, y por mucho, al sexenio de Peña Nieto.
Parece que el fracaso de los mencionados, nos divierte, nos gusta. Hasta parece que lo provocamos. La crítica a nuestros representantes se ha convertido en algo así como en nuestro deporte favorito. ¿Pero esa crítica nos ha llevado a algo en cuando menos 18 años? ¿Gracias a ella hoy tenemos mejores funcionarios? ¿Nos sentimos mejor representados?
O mejor aún. ¿Esa crítica nos ha llevado a ser mejores ciudadanos? ¿A trabajar en colaboración con nuestras instituciones de mejor manera? Muchos dirán que cuando menos en 18 años no hemos tenidos excelentes candidatos. Y es verdad. Tal vez si nos ponemos como objetivo ser mejores ciudadanos los tengamos, pero eso, mis amigos, depende de nosotros.
Y sí, la crítica sirve, y los memes también. Siempre que no se queden en la puntada de moda, en la frase fácil y en el recurso para buscar notoriedad a base de atacar al contrario. Ahora, tampoco lo contrario es del todo bueno. ¿Eh? Alabar sin filtro todas las decisiones de los funcionarios con los que simpatizamos, tampoco es lo más sano.
Pegarle sin sentido a quienes nos representan, ni nos hace mejores críticos, ni nos hace más inteligentes, solo nos convierte en cómplices pasivos. Aplaudir sin analizar, también. Creer que los fallos solo se dan en quienes piensan diferente a nosotros no aporta mucho al país. Y apostarle al fracaso de esos diferentes para demostrar que solo nuestros dichos son los correctos, nos llevará exactamente al mismo lugar de siempre: Al estancamiento, a no crecer, a una vez más, esperar a que quien sigue, ahora sí será el bueno. Tal vez, el equilibrio entre crítica y acción, se convierta en la respuesta.
Creo firmemente que una sociedad que le apuesta al fracaso de manera constante y cíclica, es una sociedad que convertirá al fracaso en su estilo de vida.