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GRACIAS, PANAMÁ

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Rubén Aguilar Valenzuela

La política exterior del país es responsabilidad del presidente en turno, para el caso López Obrador. Es quien nombra al secretario de Relaciones Exteriores y da las directrices centrales, para que éste articule y desarrolle su propuesta.

A lo largo de su vida el presidente se ha negado a salir del país, para conocer otras culturas y realidades. Para ampliar sus horizontes y entender la complejidad del mundo.

Él ve como virtud su encierro y provincialismo y no como un límite. Fuera del país solo ha salido a Estados Unidos donde ha visitado tres o cuatro ciudades.

Es público que al presidente la política exterior le preocupa poco o nada. Siempre ha dicho, en su corta mirada, que “la mejor política exterior es la interior”.

El presidente sabe poco o nada de política exterior y de diplomacia. Lo ha hecho evidente en diversas ocasiones. Son temas que requieren estudio y oficio que se adquiere en la asistencia a foros y reuniones internacionales a las que se niega ir.

En ese horizonte, en días pasados, hizo público, sin antes avisar oficialmente al gobierno de Panamá, para ver si aceptaba o no la propuesta, que enviaría a ese país al historiador Pedro Salmerón, su amigo personal.

Con ese anuncio, en su ignorancia de la diplomacia, violentó las reglas que la rigen. Por eso mismo, el gobierno de Panamá estaba obligado a rechazar la propuesta.

Pero todavía más, el presidente enviaba como su embajador a una persona acusada en diversas ocasiones como acosador sexual por mujeres que fueron sus alumnas. Caso público y reconocido.

El gobierno de Panamá, con dignidad y firmeza, en términos diplomáticos, rechazó el nombramiento de un acosador sexual.

La reacción del presidente fue salir a la defensa de su amigo acosador e insultar a la canciller panameña, Erika Mouynes. Su machismo, ignorancia, pero también arrogancia se hizo evidente.

Ya antes había defendido de manera reiterada a Félix Salgado Macedonio que fue acusado por diversas mujeres de haberlas violado. Quería, a toda costa, que fuera el gobernador de Guerrero.

El presidente, no el canciller Ebrard que ha estado al margen de estas decisiones, ahora ha propuesto como embajadora en Panamá a la artista Jesusa Rodríguez.

No se ha hecho público si esta vez por los canales diplomáticos. El presidente panameño, Laurentino Cortizo, en una lección de diplomacia, le recordó al mexicano que: “tiene el derecho de designar a quien guste, pero Panamá es soberano de decidir a quién le dice sí y a quien le dice no».

Gracias Panamá, por no dejarse imponer como embajador de México a un acosador sexual, aunque lo defienda el presidente. Gracias también por no dejarse aplastar por la arrogancia estúpida de nuestro presidente.

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