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Entre la responsabilidad y la desvergüenza

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Sergio López de Arbina
Asesor en comunicacion Política

sergio.lopezdea@gmail.com

 

“Bueno, pues molt bé, pues adiós”. Los asistentes a la rueda de prensa (una de tantas) para informar sobre los últimos avances en la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils miraban atónitos al Major de la policía catalana, Josep Lluís Trapero, tras espetar estas palabras al periodista holandés que decidió abandonar la sala con una mezcla de enojo y estupefacción. No entendía que las autoridades eligieran la lengua autonómica para transmitir las novedades en torno a un acontecimiento de escala mundial, máxime ante la presencia de numerosos corresponsales extranjeros a quienes, al parecer, se les va a exigir a partir de ahora el conocimiento del catalán, el gallego y el euskera (lengua cooficial en la región del País Vasco) si aspiran a trabajar reportando la actualidad desde España.

 

Sea como fuere, lo cierto es que la respuesta del Major de los Mossos d’Esquadra se convirtió en trending topic mundial en Twitter durante aquella tarde. La expresión irradiaba espontaneidad por los cuatro costados. En otro contexto, la reacción del portavoz policial hubiera sonado grotesca, insensible y hasta cierto punto irresponsable. Cierto es que el catalán comparte oficialidad con el castellano en dicha comunidad autónoma, pero resulta razonable pensar que la magnitud y relevancia del hecho exigían el uso con carácter preferente de la segunda, aun no siendo necesariamente exclusivo.

 

Para entonces el señor Trapero se había erigido ya en objeto de ensalzamiento por parte de la opinión pública. Las loas se sucedían al destacar su rigor en el manejo de los muchos o pocos datos que se iban verificando como consecuencia de la investigación, más allá de sus cualidades como orador/relator y la sobriedad de sus comparecencias antes los medios, aspectos que colegas como Antoni Gutiérrez-Rubí han sabido analizar con maestría en los últimos días.

 

La lección parecía estar aprendida: el equipo de comunicación del cuerpo policial dedicó meses a estudiar de forma concienzuda la actuación de las fuerzas de seguridad de París, Londres o Bruselas en materia informativa tras los últimos ataques yihadistas con el fin de evitar errores pasados y centrar sus esfuerzos en dos vertientes: la actualización constante de información contrastable, y la labor de servicio público a los afectados de manera directa o indirecta. El protocolo diseñado para afrontar la crisis dio resultado (también en las redes sociales) en las horas y en los días inmediatamente posteriores a la tragedia, y demostró una vez más la importancia de contrarrestar el elevado grado de incertidumbre en la sociedad con herramientas de gestión eficaz en incidentes graves.

 

¿Significa esto que no hubo lagunas? En absoluto. De hecho, multitud de preguntas quedaron sin respuesta, y a día de hoy la incógnita se mantiene. Aquí es donde la política de comunicación se encuentra con barreras provocadas por las incoherencias de la investigación llevada a cabo por los diferentes cuerpos policiales (Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra…); y es aquí donde, lamentablemente, encontramos igualmente cierta descoordinación fruto de decisiones adoptadas sin la necesaria reflexión, o incluso decisiones contaminadas por intereses espureos de marcado cariz político. A nadie se le escapa que la negativa de los Mossos a recibir la colaboración de los TEDAX de la Guardia Civil en el piso franco de los terroristas en Alcanar (Tarragona) responde a cuestiones ajenas al despliegue operativo tras la explosión registrada en la vivienda horas antes del atropello masivo de Barcelona. Tampoco parece casual la alarmante contradicción en la que cayeron el ministro de Interior español y el consejero de Interior catalán al confirmar uno y negar el otro la desarticulación de la célula yihadista responsable de los ataques.

 

Es precisamente esa disrupción de los mensajes ideologizados en el marco del combate discursivo entre constitucionalistas e independentistas la que ha acabado por difuminar el buen hacer de instituciones como Policía, Protección Civil, etc. La manifestación contra el terrorismo del pasado sábado es una muestra más de cómo el debate identitario tiene hoy la capacidad de robar protagonismo y acabar engulliendo un llamamiento tan universal como el de la Paz. Sin duda restan por aclarar multitud de aristas relacionadas con hipotéticos fallos cometidos en la prevención de los atentados de Barcelona y Cambrils; mas aleccionados estamos, y lejos de ser aprovechados para la mejora de la seguridad y la eficacia de nuestra política antiterrorista, los futuros hallazgos en la investigación servirán esencialmente de munición para el armamento dialéctico de quienes a duras penas logran tapar sus desvergüenzas.

 

 

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