Dr. Carlos Díaz Abrego
Estás fueron las palabras que pronunció el secretario de la Marina-Armada de México, el lunes 26 de julio en Veracruz, durante la conferencia mañanera del presidente López Obrador. Señaló, “que México carece de servidores públicos honestos, por ello persiste el problema de la corrupción”. Nunca un alto funcionario en funciones había declarado semejantes palabras, respecto a uno de los graves problemas que aquejan al país.
Estoy convencido que para millones de mexicanos está declaración no significa ningún descubrimiento social o burocrático novedoso, ya qué desde siempre, hemos sido victimas directas o indirectas de la corrupción de cientos de miles de funcionarios que han pasado y continúan en las administraciones públicas de la federación, de los estados o de los municipios corrompiéndose.
Sin embargo, hablar o reconocer que “persiste el problema de la corrupción” significa, que hoy en día sigue vigente esté mal endémico que carcome las entrañas de la política y de la administración pública. La corrupción “somos todos” lema que recuerda aquella vieja promesa de campaña del entonces candidato del PRI a la presidencia de la república, José López Portillo, “la solución somos todos”.
Parecería que hablar y reconocer la corrupción como algo diferente al pasado es hoy en día novedoso, por el sólo hecho de reconocerlo y hablar de ello sin rubor. El problema de enriquecimiento ilícito y negocios fuera de la ley del pasado, es más actual que nunca. Ahí tenemos los escandalosos casos de los hijos de AMLO, sus hermanos recibiendo fajos de billetes de manos de un funcionario público federal, que fue premiado por López Obrador por su trabajo deshonesto.
No es posible pretender evadir una cruda realidad de la cultura mexicana del ayer y de hoy que sigue vigente en la conducta de funcionarios y ciudadanos que forman parte de todo ese entramado llamado corrupción. Ver y escuchar al presidente de México, sacar un pañuelo blanco y ondearlo como si con ello fuera suficiente y él mismo creyera que pronunciando su erradicación fuera determinante para eliminar el cáncer de la administración pública.
En el actual gobierno de la 4T la corrupción está más viva que nunca, con funcionarios públicos incapaces, sin ética, ni experiencia alguna igual o más corruptos que los del PRI, del PAN, PRD o Verde Ecologista de México que aprovechan sus puestos y funciones de gobierno para robar y extorsionar al pueblo sin importar entregar buenas cuentas al servir al pueblo. “El que no transa, no avanza”, es la máxima de los funcionarios de Morena.
Estoy convencido que en México sí hay funcionarios públicos honestos y dispuestos a servir a su pueblo. El problema, es que no los dejan llegar las camarillas que tienen secuestrada la nomenclatura del poder en todos los niveles de gobierno. El amiguismo, compadrazgo y pago de facturas políticas hacen que los malos funcionarios continúen robando y corrompiendo el poder por lo que la corrupción sigue y sigue galopando.
¿No cree usted?