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EN MEMORIA DE MECHE CARREÑO

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Ricardo Magaña

Conocí a Meche Carreño por lo que platicaba mi papá de ella. Mi papá, Jesús Magaña, que en esa época era conocido como «El fotógrafo de las estrellas», le tomó fotografías en muchas ocasiones desde sus inicios en los años 60 y una parte de los 70.


No sé porqué pero mi papá tenía una relación muy mala con la mamá de Meche. Los dos se la pasaban diciéndose de cosas, pero el colmo se dio cuando se fueron a Europa a la filmación de la película «Andante», dirigida por Julio Bracho y con Guillermo Murray y Meche como acores principales y producida por José Lorenzo Zakany marido de la actriz. Cuando llegaron a un restaurante, mi papá vio un canasto envuelto con una servilleta y dijo en voz alta «tortillitas». La señora se abalanzó sobre el canasto ante la añoranza al mejor estilo del «Jamaicón» y metió las manos para tomar una. Más tardó en meterlas que en retirarlas porque eran toallas húmedas calientes para que los comensales se limpiaran las manos. Aunque los tambores de guerra se pusieron a tocar fuerte, la relación de amistad y profesional entre mi papá y Meche fue larga.
Por ahí de 1973 le dio una embolia a mi papá.

El medio artístico le dio la espalda, en lo general lo dejó solo y varios artistas que le debían dinero fingieron demencia y hasta fue despedido de Procinemex, que era su empleo formal, porque no podía trabajar. Eso se acrecentó con que mi papá, que era sumamente vanidoso, no quería que la gente lo viera en ese estado. La situación económica fue muy dura en esos tiempos porque sus hijos éramos menores de edad y dependíamos por completo de su trabajo.


Recuerdo un día cuando, entre las muy pocas personas que lo fue a visitar y darle su apoyo, llegó Meche Carreño. Para mí fue una aparición. La había visto en algunas de sus películas y, por supuesto, en las fotografías de mi papá, pero nada de eso era comparable a verla en persona. Llegó despampanante, se veía guapísima y con un tipo traje sastre que destacaba mucho su impresionante figura. Yo estaba impactado, casi no parpadeaba. Fue muy amable con mi papá y con todos nosotros. Intentó animar a mi deprimido padre e intentó motivarlo para que luchara por su recuperación y que regresara a realizar su labor fotográfica y de promoción del cine y los artistas.
Tiempo después, más forzado por la situación económica, mi papá volvió a trabajar, pero ya no regresó al ambiente del cine y la televisión, sino a la vida nocturna de los cabarets.
No sé si volvió a ver a Meche Carreño, pero yo me quedé con la imagen de esa visita.
(No sé que tan precisos sean estos recuerdos, pero es lo que queda después de tanto tiempo).
Descanse en paz.

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