Eloisa Cadenas
Dentro del mundo de los criptoactivos, algo que escuchamos de manera recurrente se asocia con el concepto de “valor”. Este concepto puede tener diferentes acepciones según el contexto (económico, contable, político, cultural, estético, etc); y con ello, diferentes formas de cuantificarlo. Por ejemplo, dentro de la Contabilidad, la única forma de determinar el valor, es a través de los flujo de efectivo de la empresa.
En general, la idea de valor, podría ser entendida como aquella cifra determinada para cierto activo en función de diferentes parámetros, por ejemplo: factores exógenos, oportunidades económicas y el impacto que genere en determinada industria. Una definición que personalmente procuro utilizar, se asocia más con la forma en la que el activo valuado genere impacto dentro de la industria. Asumir dicha definición conllevaría no sólo hacer una revisión sobre estados financieros dentro de una empresa, sino también tendrían que considerarse variables macroeconómicas las cuáles no sólo pueden derivar en un impacto económico o financiero, sino que también pueden mostrar el impacto dentro de un contexto social e incluso cultural.
En este sentido, para los que hemos sido defensores de bitcoin a lo largo de estos años, muchos de los cuestionamientos que se hacen al momento de hablar de bitcoin son: “¿qué lo respalda?”, “¿por qué tiene valor?”. En algunos casos, me ha tocado experimentar argumentos como: “NO SE PUEDE OBSERVAR”, incluso, me he encontrado en discusiones donde algunos toman sus billetes indicando que eso “es real”, puesto que lo tienen en sus manos y por ende, tiene valor.
La definición de valor puede ser tan subjetiva o no según nuestro enfoque. Contablemente una forma de medir el valor en bitcoin, se basaría en considerar utilizar el valor razonable, que considera el valor de mercado existente con otros activos similares. El problema resulta cuando esos símiles, cuentan con precios totalmente divergentes. Acotar de manera tan determinista una medición sobre el valor de bitcoin sin tener en cuenta las variaciones en los precios, incluso dentro de un día, resulta ineficiente. Lo anterior se observa en diversos ejemplos dentro de la Física, por ejemplo, medir la presión de un gas dentro de una cámara sin suponer que se liberará algo de ese gas o creer que la medición de la temperatura permanecerá constante en un intervalo de tiempo.
Algo que es interesante reflexionar es, si lográramos medir el valor económico o contable de bitcoin, ¿tendríamos efectos dentro del valor social y la realidad observada? Aunque intuitivamente, los que estamos a favor del uso de bitcoin respondamos que sí, considero que pueden existir argumentos sólidos para respaldar dicha afirmación y afortunadamente muchos de los supuestos se pueden encontrar dentro de la Física. Por lo anterior, el presente artículo es una reflexión considerando el principio de superposición de Schrödinger utilizado dentro de la mecánica cuántica, mejor conocido como “el gato de Schrödinger”. Antes de iniciar con dicho análisis, quiero invitar al lector a que no claudique en la lectura si he mencionado algunos conceptos de la Física y le haga sentir ajeno; por el contrario, el objetivo del presente, no es comprobar hipótesis ni desarrollar modelos matemáticos. La idea es brindar un enfoque diferente sobre la argumentación de valor del bitcoin y cómo es que tiene lugar bajo ciertos principios de la física.
La paradoja de Schrödinger
La paradoja de Schrödinger conocida como “El gato de Schrödinger”, fue utilizada para explicar la superposición de los estados. Lo que indica Schrödinger, es que si ponemos a un gato dentro de una caja, con una botella de gas venenoso y un dispositivo que pueda liberar dicho gas y ese dispositivo tenga una probabilidad del 50% de matar al gato, entonces podríamos considerar dos posibilidades: que el gato esté muerto o se encuentre vivo. La esencia de la paradoja es que nosotros no podemos conocer el resultado (si el gato está vivo o muerto) hasta que abramos la caja y observemos el resultado, por esta razón se indica que el gato está vivo y muerto a la vez. Este principio de superposición perteneciente a la mecánica cuántica ayuda a explicar el estado de algunos fenómenos como el de los fotones, que existen de manera simultánea en varios estados al mismo tiempo.
Antes de Schrödinger, Neils Bohr había argumentado que al realizar un experimento, debemos todo, incluso al observador (Gribbin, 1995). Es decir, a partir de la observación se construye la realidad. Si lo anterior es cierto, entonces tendríamos qué reconocer que bitcoin en efecto es de muy alto riesgo solamente por sus altos niveles de volatilidad. Por ejemplo, en Contabilidad, bitcoin no tendría ningún valor, ya que el marco de referencia son los estados financieros y lo observable son los flujos de efectivo; por lo tanto, si bitcoin no muestra un impacto en dichos flujos, entonces no tendría valor.
En este sentido, considerar el valor del bitcoin a partir de la paradoja del observador (o lo que se conoce como indeterminación cuántica) es insuficiente; es decir, se considera que no existe un resultado a menos que se observe. Luego entonces, bajo ese principio, si no encontramos una forma de medir el valor de bitcoin, podríamos concluir que no existe. Es por ello que Schröndinger se pregunta: ¿cómo puede el mundo no ser real hasta que se observe? De ahí que surja la paradoja de Schröndinger. Si bien es cierto, al día de hoy tenemos conocimiento de las múltiples operaciones que se realizan con bitcoin y de otras no, lo cual no significa que no existan por el hecho de que no podemos observarlas.
Pensemos entonces, bitcoin fue creado con el objetivo de empoderar a los usuarios al momento de realizar transacciones sin necesidad de depender de una entidad central. Luego entonces, existe un valor dual en ambos casos, es decir, al igual que la dualidad de gato de Schrödinger, bitcoin cuenta con un valor económico y un valor social desde su concepción. Por lo tanto, a pesar de que el valor no sea observado, ambos casos existirán. Y aunque incorporáramos la idea de Heinsenberg respecto a la precisión en la medición del fenómeno, es decir, que una mayor precisión en la medición del valor económico de bitcoin, disminuya la precisión para determinar su valor cultural, no significaría que ambos valores no existiesen, de hecho podríamos indicar que no son valores mutuamente excluyentes, y el nivel de homeostasis en la intersección en ambos valores (económico y social) de bitcoin, encontraría mayor estabilidad en la medida en que exista mayor usabilidad sin necesidad de que sea observable.
Como paréntesis, podemos recordar el enfoque de Sartre, donde no existen los observadores, sino coexistimos con el mundo, bitcoin no estaría obligado a demostrarse u observarse puesto que su definición se basa en la interacción con el entorno.
Conclusión
Una primera hipótesis que planteo sobre el principio de superposición de Schrödinger y su relación con bitcoin, indicaría que el uso de bitcoin en este momento dentro de un contexto (por ejemplo el económico y financiero), estaría generando un impacto ahora mismo en otro espacio, por ejemplo, un entorno social o cultural.
La trascendencia de pensarlo de esa forma se basa en creer que, si la hipótesis anterior verdaderamente se cumple, entonces la medición del valor económico de un bitcoin, permitiría dar por hecho que bitcoin tiene valor simultáneamente en otros contextos (social, cultural, legal, etc.) y probablemente en las mismas proporciones, recordemos que el gato está vivo y muerto al mismo tiempo y ambos casos tienen la misma probabilidad de ocurrencia. Entonces, no sólo se trata de un caso aislado o un entorno cerrado donde su usabilidad se limita al trading por ejemplo, sino que cuenta con el potencial de tener consecuencias reales en diferentes contextos.
Todas estas ideas de la mecánica cuántica y principios físicos, a veces nos resultan ajenos e imaginamos que son supuestos existentes dentro de un mundo acotado a la Física. No obstante, desde hace varios años, se ha encontrado que muchos de los campos de la física, se han aplicado a la economía. Actualmente está demostrado que el uso de la física cuántica puede brindar nuevas formas de encontrar la forma de medir diferentes valores. Un enfoque sistémico en combinación con los principios de la física puede ayudar a comprender el impacto de determinado fenómeno en un entorno complejo de tal forma que ayuden a comprender las interacciones.