Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Andrés Manuel López Obrador está por terminar su período como presidente el próximo martes 1 de octubre. Su gran instrumento mediático, la conferencia de prensa matutina, también conocida como “mañanera” se volvió el eje comunicacional con el que dominaba la conversación pública. Hubo quienes, al inicio de su mandato, auguraron que las famosas “mañaneras” caducarían en tres años o hasta en cuatro, pero no les daban mayor vida. El pasado viernes fue su última conferencia de prensa de manera formal y con la que despidió este ejercicio de comunicación tan poderoso, del cual se desprenden algunos libros como “El imperio de los otros datos” de Luis Estrada o “López Obrador: el poder del discurso populista”, así como cientos de artículos al respecto.
Sin lugar a duda, el sello comunicacional del gobierno de AMLO es la “mañanera”.
De las millones de frases, insultos y aseveraciones hechas por el aún mandatario mexicano, destacan las siguientes:
«La corrupción se barre como las escaleras, de arriba hacia abajo».
«No somos iguales».
«No vengo a robar, vengo a servir».
«Abrazo, no balazos».
«Puedo enfrentar a la mafia del poder, pero no a mi conciencia».
«El pueblo es sabio, el pueblo no se equivoca».
«La Cuarta Transformación va».
Además, en su última mañanera, destacó con las siguientes aseveraciones:
“En este periodo hemos logrado quitar las máscaras, y no lo hemos hecho sólo nosotros, sino les ha salido lo facho a muchos que navegaban, que aparentaban ser progresistas. Porque es un momento de transformación no hay justo medio, hay que definirse, y ayudó muchísimo este proceso de transformación a que se acabara prácticamente con la simulación. Ya no hay aquello de que ‘yo soy independiente’, ‘yo soy de la sociedad civil’, cuando en realidad eran conservadores”.
“Decía Ocampo: ‘los moderados no son más que conservadores más despiertos’. Traen un discurso progre, engañabobos, pero cómo hicieron daño”.
“No se reprimió, no se masacró a nadie, no hubo masacres, no hubo censura, no se persiguió a nadie”
“Yo tengo que agradecer al Creador y a la suerte de queno cometí muchos errores; sí se cometieron errores, pero no muchos, porque los errores nuestros se magnificaban, ¡pero con todo!”.
“Nada más que el pueblo es mucha pieza, y aquí la gente empezó a tomar consciencia o, mejor dicho, retomó sus convicciones, se dio cuenta de que iba ser tremendo, terrible el que se impusiera el conservadurismo, porque son nefastos, repito, hipócritas, corruptos, autoritarios, clasistas, racistas. Y entonces el resultado de la elección pasada aquí en la ciudad fue completamente distinto a lo que sucedió en la elección intermedia del 2021”.
Y terminó desencajado, incómoda ante la pregunta: “¿usted se ve con un hijo en la Presidencia?, ¿le gustaría?”.
Y respondió: “No, eso es futurismo corriente, barato, vulgar; cada quien tiene que labrarse su propio destino. Eso me lo preguntas porque así deben de estar pensando los editores de Proceso, que causa pena ajena, que una revista con tanto prestigio, de un periodista que Fuentes llegó a decir que era el Zarco del siglo XX, terminara como está, convertido en una revista amarillista, dedicada, entregada por completo al conservadurismo”.
La reportera insistió: “En general, ¿no ve que haya posibilidades…?”
AMLO volvió al ataque: “No, pues todos tienen posibilidades, pero la pregunta tuya es la que fomentan los conservadores reaccionarios, va muy acorde con lo que es Proceso ahora. Lo lamento muchísimo, deveras, porque conocí a don Julio, nos quisimos mucho, y esa revista en su tiempo era defensora de los intereses del pueblo y se enfrentaba al poder autoritario, y ahora se convirtió en un boletín del PAN; es como si fuese el Reforma”.
La reportera reiteró: “¿Pero por qué se molesta… qué tiene de malo?”.
López Obrador, quien se cree dueño, siempre, de la última palabra, respondió: “Ah, por eso, porque me molesta mucho todo aquello que signifique mantener un régimen de corrupción, y eso es lo que han hecho ustedes, afianzar… o querer, porque no pudieron eh, nos hicieron lo que el viento a Juárez”.
¿Qué sigue?
Leo, escucho y observo a muchos analistas con la esperanza de un rompimiento entre Claudia Sheinbaum y López Obrador. Después de estos meses de una transición tan única en la historia política de México, casi puedo asegurar que la futura presidenta de México no peleará, ni en público ni en privado con su creador político, padre indiscutible de Morena y líder de la autodenominada 4T.
La unidad de su proyecto político garantiza su avance, su progreso y estancia en el poder por muchos más años, así que dudo que Sheinbaum vaya a pelearse con él. La mayoría de los analistas que añoran o visualizan ese pleito, lo hacen pensando en la lógica de las transiciones presidenciales del siglo XX mexicano: desde la creación del PNR como partido del poder hasta la de Peña Nieto con AMLO.
Si algo hemos aprendido en estos seis años, es que la lógica lopezobradorista es singular, única, diferente y quiere dejar legado haciendo lo que nadie ha hecho: el gobierno de Sheinbaum no será un “maximato” como fueron los posteriores gobiernos a Plutarco Elías Calles, será un co-gobierno entre AMLO y Sheinbaum para poder consolidar a Morena en el poder y cohesionado.
Sheinbaum va a seguir la misma ruta que su génesis político, con algunas variantes, como será la “nueva mañanera”. A mediados de junio, AMLO recomendó a Sheinbaum que mantuviera estos encuentros con la prensa del país, ya que, en sus palabras, son “una forma de impedir que el país se derechice y para que los ciudadanos sigan ‘avispados’. Si no, la autoridad se debilita”.
Previamente, en diciembre de 2023, en Campeche, la entonces candidata preguntó a los asistentes a una de sus asambleas, si querían dar continuidad a las “mañaneras”. La respuesta fue unánime (¿había de otra?). “Lo decidió el pueblo”, aseguró en ese entonces.
Con su particular estilo habrá de gobernar, pero no como títere de AMLO: lo harán en equipo y siguiendo un modelo ya probado entre 2016 y 2024, el cual puede de calificarse de exitoso, pues desarticuló a la oposición y la dejó en agonía, además de refrendar el triunfo electoral del 2018, seis años después.
Si, Sheinbaum, va a utilizar el mismo camino y prácticamente el mismo equipo técnico y político, es claro que de 2024 al 2030, habrá el primer co-gobierno de la historia política de México.
ESPRESSO COMPOL
Los falsos debates, la estupidez, la locura y soberbia son la especialidad de Epigemio Ibarra, quien el pasado miércoles, denostó el trabajo de la periodista Miriam Moreno, del programa de Ciro Gómez Leyva, quien narraba algunos hechos de represión por parte de la autoridad federal. Ibarra es el mayor beneficiario de la impunidad de la 4T, ya que puede insultar, agredir, denostar y aplicar con maestría la misoginia y ser aplaudido.