Fabiola Lara García
Todos los días estamos inmersos en un consumismo desenfrenado que todo nos facilita. Y en el camino de nuestra rutina, tiramos la botella de agua, el popote, la tapa del vaso del café o los agitadores. Exacto. El plástico se acumula por montones por cada persona que consume, agua, café o un refresco.
Quizás nadie en el pasado pensó en los efectos nocivos que el plástico traería a la humanidad en los siglos XX y XXI. Este material transformó al mundo y la manera de consumir de todos. Su empleo se fue incrementando poco a poco hasta convertirlo en parte obligatoria de nuestra cultura híper consumista. Es raro encontrarse algo que de no ser de plástico, no lo contenga, porque hasta lo más impensable puede llevar un componente del satanizado material.
Pero el problema no es el plástico en sí, sino el derroche. Es obvio que el comprar una bote con agua por las mañana es evitable si se rellena un vaso reutilizable en casa, entre otros ejemplos. A pesar de las campañas que desde hace años se difunden contra la contaminación por el plástico en el mar, aún existe inconsciencia deque su excesivo consumo puede acarrearnos consecuencias muy negativas
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Se están poniendo en marcha muchas campañas y asociaciones que proponen alternativas de vida sin plástico, o reduciéndolo lo más posible.
Por suerte, se vuelve más común ver a gente utilizar bolsas textiles en vez de plástico o volver a métodos tradicionales que, aunque supongan un cierto retroceso, seguro que serán un avance.
Espero que la necesaria toma de conciencia general no esté tan lejos como parece. Porque si hay algo que no es de usar y tirar son las condiciones para que la vida en nuestro planeta, pueda seguir adelante.
Sin duda no sólo es un tema de individuos, también las empresas deben hacer conciencia ambiental y orientarse más a ser una empresa socialemente responsable con el medio ambiente, y es ahí, donde las cosas se atoran la gran mayoría de las veces, porque implica mayores erogaciones que muchas empresas quieren evitar, a costa de poner en riesgo nuestra propia existencia como humanidad.
Hay datos escalofriantes sobre el plástico.
8 millones de toneladas de basura al año llegan a los mares y océanos. Una cantidad equivalente al peso de 800 de la Torre Eiffel o el peso de 14 mil 285 aviones Airbus A380.
La mayoría de la basura plástica que cae a los océanos es tecnológica. (celulares, videojuegos, tablets). Cada segundo más de 200 kilos de basura va a parar a los océanos. Se estima que hay billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos del fondo marino o en las playas.La mayoría de los plásticos viene desde la tierra. (80%), el 70% de queda en el fondo del mar y el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie.Lamentablemente, existen islas basura formadas por microplásticos. Dos de ellas se encuentran en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico. Para 2020 se espera que la producción de plásticos aumente en un 900% con respecto a niveles de 1980.
Hagamos conciencia. El problema es el derroche y, por ende, el problema son nuestros hábitos porque en aras de la comodidad excesiva, de la flojera, del no querer batallar nada, usamos mucho más plástico cuando en realidad podemos reutilizar o evitar el consumo de ciertos productos.
Así, el plástico que en sus inicios representaba la mayor innovación, el camino a la modernidad; hoy es estandarte de muerte de muchas especies, incluida la nuestra.
fabiola@plandevuelo.mx