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El país de la tiranía

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Dr. Carlos Dìaz Abrego

Todo el que tiene poder, tiende abusar del poder. Es una máxima que tristemente conocemos los latinoamericanos y qué decir de los mexicanos. A lo largo de nuestra historia social y política, generación, tras generación, hemos vivido y padecido los excesos del poder. No sólo, en el ámbito de gobierno. En todos los estamentos de la sociedad en México. Desde el tiempo de la colonia, hasta nuestros días, los abusos de la autoridad ligados al poder han estado presentes y hoy más que nunca prevalecen.

En nuestros hogares, en las escuelas, en los trabajos y en los más recónditos lugares por humildes y sencillos que sean, no falta la persona, hombre o mujer, que tiene poder para hacer de esté, un espacio de prepotencia, soberbia y abuso, para hacer sentir que son más poderosos que los demás. Lo hemos sentido todos, probablemente también, en algún momento, hemos caído en el perverso sentimiento de ejercer el abuso de poder, contra nuestros cercanos. ¡Lamentable, sin duda alguna!

En el ámbito de gobierno, quién ejerce poder, fácilmente interpreta la manera o forma exagerada de entender el dominio, sin límites. La parcela grande o pequeña de aquel que tiene mando y lo ejerce, fácilmente lo pervierte y lo denigra de manera perversa, convirtiéndolo en un coto que hace suyo y lo lleva a lugares sin límites e insospechados, para aprovechar el dispendio y la locura de “eso” llamado poder, extralimitándose sin importar la ley y convirtiéndose en un tirano, que hace suyo el poder, para interpretarlo a su real entender.

Antiguamente, los tiranos accedían al poder por la fuerza, a través de golpes de Estado. Ahora ya no. Hoy en día los tiranos acceden al poder, por medio de elecciones libres y la democracia se ha convertido, en un vehículo perverso y contradictorio de llevar a hombres y mujeres a ejercer autoridad y potestades recubiertas de legitimidad, dañando a los ciudadanos de manera insospechada. Lo peor viene, cuando el deterioro social, económico y político es irreversible, sobre todo, cuando las instituciones públicas son desmanteladas y manipuladas para fines perversos del tirano.

Generalmente, los tiranos son populistas y demagogos, que mandan a voluntad, sin respeto alguna al marco constitucional, incurriendo en muchos casos en la violación de las libertades individuales. De ahí que sea común que el concepto de tiranía se atribuya a gobiernos como el que actualmente tenemos en México, con la autollamada 4T, que se ha caracterizado por ser fuertemente populista, demagógico y arbitrario. Sin tener realmente un auténtico contrapeso, por lo que, lo ha hecho, más autoritario y despótico.

Todos los mexicanos sin excepción, incluso los simpatizantes de AMLO, han visto durante estos casi cinco años de gobierno, la degradación del país y de las instituciones políticas que como nunca, han sido improvistas de presupuesto suficiente, por lo cual, su función de cobertura social y administrativa ha sido mínima, creando un caos de magnitudes humanitarias, en el caso de la seguridad social, concretamente en el tema de salud pública, así cómo en el caso de la seguridad pública y el estado de derecho.

La mezcla de los vicios de la oligarquía con el populismo más rancio de López Obrador y su demagogia diaria y permanente, han llevado al abismo al país y por supuesto, al pueblo mexicano. El gobierno de una sola persona (el tirano), que tiene como único fin su propio interés personal y perpetuar su poder por medio de incondicionales ignorantes, populistas, demagogos y tiranos. Hacen necesario e indispensable, que la sociedad entera se convierta en el único y real contrapeso para detener la debacle social.

¡No hay tiempo!

¿No cree usted?

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