.:ULTIMALETRA ES IMAGEN:.
Luis Rubén Maldonado Alvídrez
El pasado inicio de las campañas locales se lo llevó una noticia y una mujer. Y para sorpresa de muchos no fue Maru Campos, quien busca la reelección y sabe estar presente en los medios para marcar agenda, ahora la agenda se marcó desde Juárez y fue Adriana Terrazas con su sorpresiva propuesta de que busca ser presidente municipal para proponerle al Congreso de la Unión, declare a Juárez como un estado más de la república mexicana.
Desde el comité municipal del PRI en Ciudad Juárez, retumbó la noticia por todo el estado, causando reacciones diversas y para sorpresa de muchos, gran aceptación en la frontera y, obviamente, reacciones de rechazo de los contrincantes de la priista Adriana Terrazas, como el siempre ignorante Ramón Galindo Noriega, quien intentó desacreditar la propuesta calificándola de ser “desesperada” y volvió a reciclar su gastado discurso sobre el federalismo, como la ha hecho desde 2003, sin ofrecer ningún resultado tangible para ninguna entidad del país, mucho menos para Chihuahua y por supuesto ni para Juárez.
Es bien fácil. ¿Qué hizo como diputado local por Juárez entre 1989 y 1992? Nada.
¿Y cómo diputado federal en la LIX legislatura? Nada.
De ahí, gracias al efecto Calderón, ganó un escaño en el senado, en el cual nadie recuerda ni un solo logro por el estado ni por la ciudad que gobernó en el trienio 1995-1998?
Para Galindo, el federalismo es sólo un pretexto para tener un discurso rimbombante, que repite como merolico, pero que no entiende, de lo contrario, se hubiera reflejado en acciones legislativas y no paseándose en cursos en Washington, D.C., donde conoció la Casa Blanca.
Ni Ramón Galindo, ni Armando Cabada, mucho menos Javíer González, tienen calidad moral para desacreditar la propuesta de Adriana Terrazas de convertir a Juárez en estado.
Simplemente porque ya tuvieron su oportunidad de ser alcaldes, donde tuvieron la oportunidad de generar un cambio real, profundo, de fondo y simplemente se dedicaron a los eventos sociales, a conseguir que su familia saludara al Papa Francisco (sin profesar la fé católica) o para intentar el negocio de su vida, como lo es el proyecto “Juárez Iluminado”, que busca ser reactivado en el Congreso del Estado.
El “JuarExit” no es tan descabellado como Galindo, González o Cabada quisieran. Hay datos duros que respaldan esa propuesta:
Juárez recibe solo el 26% del presupuesto teniendo el 39% de la población estatal, mientras la capital del estado recibe el 32% del presupuesto con solo el 24% de la población estatal.
Además, Juárez tiene 213% más de personas en pobreza, 247% más de rezago educativo, 275% más de carencia en servicios de salud y 29% más de alumnos en primaria y secundaria.
El estado libre y soberano de Juárez, de ser una realidad, tendría1,391,180 habitantes y una extensión territorial de 3,561.14 km y se colocaría encima de los estados de Colima, Baja California Sur, Campeche, Nayarit, Tlaxcala y Aguascalientes.
Con esos datos del IMIP, suena bastante lógico que los juarenses busquen el “JuarExit”, dado el abandono que sufre la todavía ciudad fronteriza desde tiempo atrás: ni Fernando Baeza, mucho menos Francisco Barrio, ni Patricio Martínez le dieron la atención que requería; caso aparte el de Reyes Baeza, cuando Juárez vivió su época más oscura. Ni César Duarte, siendo juarense adoptivo le inyectó lo que Juárez necesitaba para salir adelante más allá de lo necesario. Por eso el juarense se siente olvidado, lastimado traicionado.
Han jugado ese juego, muchas veces. Han sido parte de Nuevo México y luego de Chihuahua, siempre con resultados magros. Un cambio radical, de fondo, que no tuvieron los pantalones de proponer anteriores alcaldes o gobernadores, hoy lo hace una mujer, duro y sin miedo, buscando que Juárez sea la potencia que está destinada a ser, a pesar de Donald Trump.
ULTIMALETRA
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luisruben@plandevuelo.mx