Rodrigo Romano
Estados Unidos, más específicamente Los Ángeles, está viviendo una crisis sin precedentes. Las fuerzas de seguridad civil se han visto superadas ante el voraz monstruo que consume la ciudad.
Hasta la fecha, dieciséis personas han perdido la vida —incluida una mujer de 85 años que se negó a dejar su hogar para quedarse con sus animales mientras el fuego consumía Palisades—. Más de quince mil hectáreas han sido arrasadas, poco más de diecinueve mil estructuras se han perdido tan solo por los incendios. Miles de personas lo han perdido todo. Pero la pregunta del millón de dólares aquí es: ¿dónde está la FEMA?
Pues resulta que la FEMA, esa tan aclamada Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, aquella que incluso nuestros compatriotas pedían en redes sociales tras los desastres de Acapulco en 2024 tras la desaparición del FONDEM, rechazó las peticiones iniciales de las víctimas mientras que el presidente Joe Biden hizo su primer pronunciamiento en Los Ángeles, pues se encontraba en la ciudad por el nacimiento de su bisnieto. Asegurando que es un «desastre mayor» y, contrastando su declaración casi de inmediato, mencionó «la buena noticia es que soy bisabuelo desde hoy».
Sabemos —solo un decir— que en Estados Unidos las corporaciones se mantienen estrictas a las áreas en las que son responsables. Es decir, mientras el gobernador no solicite al presidente la declaración de Estado de Emergencia, ni el ejército, ni la guardia nacional, entrarán al auxilio civil. Y esto fue lo que sucedió, pues tras dos días en que las llamas engullían la ciudad, la guardia nacional fue desplegada; pero solo para contener los disturbios.
Por otro lado, Donald Trump, la figura política que es la sensación a nivel mundial, no pierde la oportunidad para sacar ventaja política culpando al gobernador de California y a Joe Biden. Cómo no esperar declaraciones así del hombre que quiere cambiar el nombre del Golfo de México. El criminal que pronto será el presidente número 47 de Estados Unidos.
Quizás, los incendios en Los Ángeles sean, como dicen por ahí, una premonición: Trump aún no asume la presidencia y Estados Unidos ya está en llamas.
