Iveth Serna
Al presentar los puntos del Plan Especial para la Migración, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, dijo algo de suma importancia que, lamentablemente, ha pasado inadvertido en todos los medios de comunicación.
Más allá de lo que se va a hacer y cómo se realizará, Ebrard se tomó casi un minuto al inicio de su intervención, que no es poca cosa, para decir que lo más importante del tema migratorio es construir una nueva narrativa migratoria que vaya más allá de poner el acento en la cultura mexicana ¡bárbaro!
¿A qué se refiere con construir una nueva narrativa migrante mexicana? Tristemente el canciller no nos arrojó más pistas de la idea que buscaba comunicar y, al parecer, los reporteros que cubren la fuente no les pareció importante ¿por qué entonces debería serlo?
Toda identidad es narrativa, es la respuesta a ¿quién soy yo? Pero yo desde mi ser literario, desde lo que yo digo de mí; texto. Yo soy lo que cuento de mí, los mexicanos somos lo que hablamos de nosotros, los migrantes son lo que cuentan de ellos, pero ¿quién puede hablar de sí mismo con la verdad?
Hay que fijarnos entonces que la propuesta del canciller va más allá de un tema diplomático y operativo, es un tema filosófico en el que nos invita a un juego del lenguaje que no solo nos lleve a construir un nuevo relato de la identidad mexicana, sino acabar con aquella que nos han contado desde que nacimos, como pueblo, como Nación.
Estamos sujetos y sujetados a un lenguaje que nos excede, la propuesta es romperlo desde el lenguaje mismo, enterrar los adjetivos hasta ahora utilizados y replantearnos nuestra propia identidad, casi como si hoy decidiéramos dejar de ser grises y pintarnos del color que se nos dé la gana.
Pero, además, esta nueva narrativa debe superar los lugares comunes de la cultura mexicana y que nos estereotipan dentro y fuera de nuestras fronteras. El planteamiento es superior, es replantearnos la manera en la que vivimos la migración desde la unidad, desde la estructura familiar y como sociedad.
El tema migratorio nos ha introducido en un tiempo de deconstrucción de la identidad emancipatoria para el sujeto, o lo que queda de él, que se encuentra en la línea de la construcción de una nueva identidad, pero que, sin una narrativa personal fuerte, es fácil engancharnos con discursos autoritarios, racistas, xenófobos, homofóbicos, victimarios y victimistas.
¿Cómo vemos los mexicanos a los migrantes? ¿Cómo nos asumimos los mexicanos como extranjeros? ¿Cómo vemos, como migrantes, al extranjero?
