Redacción Sentido Común
Mario Hernández, propietario de la taquería El Califa de León en Ciudad de México, expresó su molestia luego de que Arturo Rivera, su parrillero de más de 20 años, abandonara el negocio tras recibir una estrella Michelin. En entrevista, Hernández señaló que la prensa comenzó a llamarlo “chef” y que Rivera “se creyó un rockstar”, pese a no tener formación culinaria formal. “Yo lo respeto, pero no entiendo cómo lo hicieron chef”, comentó.
Rivera, por su parte, se mostró sorprendido por el reconocimiento internacional. En entrevistas confesó que al principio pensó que Michelin era una marca de llantas, pero aceptó el galardón con humildad, siempre identificándose como un parrillero. Su salida del restaurante coincidió con un aumento considerable en la afluencia de comensales tras la distinción otorgada a la taquería por su famoso taco de gaonera.
Tras su salida, el puesto de la parrilla fue asumido por Gloria Ochoa, mientras Hernández implementó ajustes logísticos para atender las largas filas sin afectar la calidad del servicio. La popularidad repentina también ha generado tensiones con comerciantes y vendedores ambulantes de la zona, debido al alto flujo de clientes.
A pesar de los retos, Hernández mantiene su convicción de no cambiar una fórmula exitosa. Señala que el secreto de su taquería no está en una receta secreta, sino en la técnica heredada de su padre: el corte perfecto de la carne. Además, anunció sus planes de expansión, con miras a llevar El Califa de León a Estados Unidos y Europa.
