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EL DISCURSO MEADE 18

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Rafael G. Vargas Pasaye

La estrategia de posicionamiento del precandidato José Antonio (ahora Pepe) Meade sigue con disciplina su andar. Ya vimos desde su anuncio de separación para buscar la postulación hasta su registro, momento clave, pues allí se prestaría más atención al mensaje, a las palabras, al discurso y a la propuesta.

Se puede dividir en al menos tres partes lo enunciado por el exsecretario en dos sexenios, el primero el del ánimo, el de la arenga, el de Vamos a Ganar. Dirigido a todos, pero quizá más a aquellos priistas que en sus entidades han sido derrotados recientemente y que necesitan una bocanada de oxígeno, en este caso desde el centro, para tomar impulso y fuerza para encarar el 2018.

Un paréntesis debe hacerse obligado para subrayar el hecho de dirigirse a cada sector por su nombre y necesidad, generando empatía, muchos integrantes de sectores no lo conocen, y son quienes lo van a defender (a él y a los colores) en pocos meses. Pero sí merece mención especial la línea: “El priista es el primero que reclama y exige estos cambios, porque es el primero que siente en su sección cuando algo no funciona, en su ciudad cuando falta seguridad, el primero que ve la preocupación en los ojos de una madre de familia de que el dinero no alcance”. La mención al seccional no es gratuita, es el soldado raso que defenderá la causa, el que nunca se menciona (hasta ahora).

El segundo es el estilo claro de lo que se avecina, esto es la propuesta de la continuidad. Era obvio pero había que decirlo, si queremos que siga la estabilidad que enuncia el precandidato debe ser candidato para luego Presidente, al menos en el discurso. Acepta que las cosas en algunos ámbitos no van también como se quisiera pero en el camino se está, y así: “los trabajadores, con productividad, ganen más dinero por su trabajo”.

Luego viene el tercero que es la propuesta seguida de la comparativa. Empecemos por la propuesta: “consolidar los cambios, ampliarlos y profundizarlos”. Así, sin más, ahora vienen los “cómo” (aunque parecen más “qué”): “Necesitamos seguridad y justicia, porque la seguridad y la justicia no pueden depender de dónde se nace, en dónde se vive, ni de cuánto se gana”.

Pero el clímax de credibilidad está líneas posteriores: “Habrá un combate frontal y definitivo a la corrupción. Ni un solo peso al margen de la ley. Ningún privilegio más que el de ser mexicano”. Muy bonita la frase final, pero no aminora la carga de la palabra corrupción, quizá el término más pesado que debe soportar la administración del Presidente Peña Nieto y de la que obviamente forma parte Meade.

La comparativa la hace en forma rítmica: “Vamos a transformar. Acabemos de una vez por todas con la idea de que este país se tiene que reinventar cada seis años. No hay que demolerlo todo, no hay que cambiarlo todo, no hay que inventarlo todo”. Buen arranque, luego sigue el ataque: “Apostamos por la experiencia y no por la ocurrencia; por el conocimiento y no por el enfrentamiento; por la preparación y no por la improvisación. En los programas, no en los caprichos. En las instituciones y en la ley, y no en las profecías. Las ‘revelaciones’ no pueden sustituir el esfuerzo, la preparación y el trabajo”.

Y cierra con cadencia y oportunidad: “Creemos en el hambre de servicio, no en el hambre de poder. Estamos del lado de las víctimas, no de los victimarios. Tenemos que anteponer la paz al conflicto y consolidar una cultura de respeto a la ley”.

Sin lugar a dudas el discurso de Meade 18 cuenta con frases memorables: [a los niños] “les daremos un motivo para tener fe en su porvenir”; “Educación para aprender, para emprender, para fortalecer”; No tengo duda, con ideas y propuestas ratificaremos nuestra vocación de triunfo”.

Pero ahora viene la parte más complicada, llevar a la realidad las palabras. El discurso está débil en la parte de la credibilidad, se necesitan más que términos bien hilados para cambiar la percepción con el tema corrupción. Los que no tienen empleo o que ganan poco serán los primeros en ser enterados por sus opositores que Meade fue el encargado de las finanzas, el responsable (aunque no el único) de que ellos estén en esa situación.

Por lo pronto pareciera que se quiere dejar la batalla solo en dos bandos, y no siempre eso favorece al PRI, el Estado de México en su resultado reciente lo dejó en claro, pero cada historia es diferente y cada elección también.

@rvargaspasaye

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