Redacción Sentido Común
Descubren una nueva ciudad fortificada precolombina en Oaxaca; Guiengola, como se denomina el sitio, tiene una extensión de 360 hectáreas, más de mil 100 edificaciones, cuatro kilómetros de murallas, una red de caminos internos y un trazado urbano claramente organizado, con templos, espacios comunales y una división entre élites y personas comúnes.
Un enclave zapoteco del siglo XV en el sur de Oaxaca, México, que se creía que era simplemente una fortaleza donde se guarnecían soldados, era de hecho una ciudad fortificada y en expansión.
Un investigador de la Universidad McGill descubrió una red de caminos internos y un trazado urbano claramente organizado, con templos; espacios comunales, para juegos de pelota, y zonificado, es decir: las élites y la gente común vivían en barrios separados.
Según Pedro Guillermo Ramón Celis, investigador postdoctoral del Departamento de Antropología de McGill, y autor de un artículo en Ancient Mesoamerica, la evidencia sugiere fuertemente que la ciudad fue abandonada justo antes de la llegada de los españoles, y que su gente se mudó a sólo 20 kilómetros de distancia, en Tehuantepec, una pequeña ciudad donde aún hoy viven sus descendientes.
El hallazgo se realizó utilizando una herramienta de teledetección conocida como lidar, que se basa en rayos láser pulsantes, en un proceso similar al sonar, para proporcionar información topográfica tridimensional, precisa y detallada sobre lo que hay en la superficie de la tierra, debajo del denso dosel forestal.
Redacción Sentido Común
Descubren una nueva ciudad fortificada precolombina en Oaxaca; Guiengola, como se denomina el sitio, tiene una extensión de 360 hectáreas, más de mil 100 edificaciones, cuatro kilómetros de murallas, una red de caminos internos y un trazado urbano claramente organizado, con templos, espacios comunales y una división entre élites y personas comúnes.
Un enclave zapoteco del siglo XV en el sur de Oaxaca, México, que se creía que era simplemente una fortaleza donde se guarnecían soldados, era de hecho una ciudad fortificada y en expansión.
Un investigador de la Universidad McGill descubrió una red de caminos internos y un trazado urbano claramente organizado, con templos; espacios comunales, para juegos de pelota, y zonificado, es decir: las élites y la gente común vivían en barrios separados.
Según Pedro Guillermo Ramón Celis, investigador postdoctoral del Departamento de Antropología de McGill, y autor de un artículo en Ancient Mesoamerica, la evidencia sugiere fuertemente que la ciudad fue abandonada justo antes de la llegada de los españoles, y que su gente se mudó a sólo 20 kilómetros de distancia, en Tehuantepec, una pequeña ciudad donde aún hoy viven sus descendientes.
El hallazgo se realizó utilizando una herramienta de teledetección conocida como lidar, que se basa en rayos láser pulsantes, en un proceso similar al sonar, para proporcionar información topográfica tridimensional, precisa y detallada sobre lo que hay en la superficie de la tierra, debajo del denso dosel forestal.