Rafael G. Vargas Pasaye
En el reciente número de la revista Proceso, el Dr. Ernesto Villanueva publicó un artículo titulado “Comunicación presidencial, los retos” en relación a la llegada de la presidenta Claudia Sheinbaum al poder ejecutivo en México, donde sostiene que “el gobierno entrante debe asumir una responsabilidad ética al comunicar y evitar aprovechar la ausencia de masa crítica, la falta de alfabetización mediática y el déficit de pensamiento crítico en la sociedad para posicionar mensajes polarizantes que apelan más a las emociones que a la razón”.
Y afirma que “Cuando un gobierno utiliza estas debilidades estructurales para propagar discursos simplistas y efectistas, no sólo distorsiona el debate público, sino que también contribuye a una fragmentación social”.
En el caso del primer comentario apela a la “responsabilidad ética”, que se ha comprobado en diversos momentos y con varios ejemplos, que en la clase política mexicana no es un espacio donde abunde, máxime luego de venir de seis años de una dinámica que se ha comprobado era una estrategia bien llevada para gobernar desde un espacio conocido como conferencia de prensa mañanera.
Mismo que el entonces mandatario Andrés Manuel López Obrador estableció como mecanismo de construcción de espacio público para influir en la agenda setting, y que justamente se apoyaba en lo que señala Villanueva: la falta de alfabetización mediática y el posicionamiento de mensajes polartizantes.
En el caso de la polarización responde más a una estrategia política y electoral que de gobierno, pero van de la mano pues desde el gobierno se construye la base para llegado el momento refrendar con votos lo que se hace desde el gobierno. Y si la fórmula ha funcionado ¿por qué se debe cambiar?
La polarización sirvió, y todavía más, el tema de apelar más a las emociones que a la razón lo saben los expertos en comunicación política, es en las entrañas donde se forjan los seguidores, donde se construye el camino a los otros datos, donde la repetición hace si trabajo con mensajes fáciles de asimilar y sumamente accesibles de permear.
Villanueva cierra su texto citando a Jürgen Habermas: “Bien ha sostenido Habermas que la racionalidad consiste en emplear la comunicación como un medio para alcanzar el entendimiento. Hay que desplegar conductas hacia ello”. Creo que la presidencia de México, tanto con AMLO como con la presidenta Sheinbaum lo entendieron claramente, por eso se mantienen en esas dinámicas de sus datos, de su transformación, de apostarle a las emociones.
Ellos desde su lugar no van a cambiar, pues les resulta benéfico. Tal vez el cambio o la transformación debe venir de otros lados. Desde la oposición, las audiencias, la academia, los críticos, para que así se modifique la relación en la comunicación, y eso no tiene que ver con responsabilidad ética, sino con puro pragmatismo, que es lo que en muchas ocasiones ayuda a ganar elecciones y espacios de poder.
@rvargaspasaye
www.consentidocomun.mx
Aquí pueden consultar el texto en referencia: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2024/10/20/comunicacion-presidencial-los-retos-338807.html