Dr. Carlos Díaz Abrego
A un año y meses del primer gobierno de izquierda en México, el presidente de nuestro país Andrés Manuel López Obrador, es visto por millones de mexicanos como un todo poderoso titular del ejecutivo federal con una fuerza política y popular nunca antes vista en la historia política moderna de la nación. Una amplia zaga de compatriotas en pobreza y pobreza extrema confiaron en el político tabasqueño y mucho otros mexicanos de diversos estratos dieron su voto y su confianza a un hombre que luchó por décadas contra el sistema quo, convirtiéndose en el político antisistema reconocido por propios y extraños.
Recordamos todos los mexicanos la polarización que generó el propio AMLO en su calidad de candidato a la presidencia de la república en sus tres intentos, sobre todo en la última contienda electoral donde se alzó por fin con la victoria, dividiendo al país en dos: pobres y ricos; chairos y fifís; liberales y conservadores; buenos y malos; el pueblo sabio que votó por él y está de acuerdo en sus formas y maneras de gobernar y los conservadores que abiertamente critican esas formas de gobernar tan suyas y propias de la manera de entender y ejercer el poder.
Mientras han pasado los días, semanas y meses, hasta llegar a un año y tres meses de gobierno las expectativas de cientos, miles y millones de mexicanos que votaron por López Obrador y confiaron en su movimiento político y partido que lo encumbró al poder, ha sufrido un fuerte desencanto y decepción en la aplicación de las políticas públicas de su gobierno, pero sobre todo, en las formas de ejercer el poder y desmantelar programas de gobierno exitosos como las estancias infantiles o el Seguro Popular por citar solo algunos.
Hace un año justamente el pueblo de México aprobaba la gestión de AMLO con un nivel de aceptación del 67.1%, de acuerdo a la encuesta que publicó MITOFSKY en febrero del 2019, a un año de distancia de ver y escuchar al presidente todos los días sin parar, así como a sus más cercanos colaboradores, los mexicanos castigan al mandatario y a su gobierno con 57.6% de aprobación, disminuyendo 9 puntos y medio, medición realizada por la misma casa encuestadora.
Durante todo este año de “Lópezobradorismo” han sido públicas las personalidades del medio intelectual, deportivo y artístico que han expresado su enorme decepción y arrepentimiento por haber votado por el histórico político de oposición de izquierda, que ahora encumbrado en el poder se ha dedicado a improvisar y hacer de la política un verdadero circo romano, donde el pueblo es la gran víctima de políticas llenas de ocurrencias sin ton ni son, lastimando sin piedad a los más pobres que tanto defendió y que lo llevaron al poder, así como al pueblo entero.
Ahí esta el caso en todo el país y en todo el sistema de salud pública donde simplemente no hay servicios básicos ni medicinas para pacientes necesitados de lo más común en una enfermedad, ni hablar de casos graves de salud o de tratamientos de cáncer para niños y niñas, así como para personas adultas que requieren un tratamiento tan importante y vital para salvar sus vidas o ser intervenidos de urgencia, como una hospitalización urgente e inmediata. Si bien les va, les cobran desde la consulta, medicamentos e ingreso hospitalario si es necesario. Todo cuesta, todo tiene un precio sin importar que la gente pobre tenga recursos. Ese ha sido el verdadero cambio y “beneficio” a los pobres que confiaron y votaron por AMLO.
Mientras no hay dinero para un servicio y derecho universal como es la salud, si hay dinero y dispendio para crear y generar programas de gobierno para los migrantes de Centroamérica. Como también si hay recursos para cumplir con lo que ordena Donald Trump, creando y pagando un muro humano con las fuerzas de seguridad del ejercito y Guardia Nacional en la frontera norte, así como también hay dinero para construir estadios de beisbol en diversos puntos del país. En eso consiste eso que el presidente presume como la Cuarta Transformación de México.
A la vista las elecciones intermedias del periodo de gobierno de AMLO el próximo año, tratará de validar por un lado la mayoría que tiene en el Congreso de la Unión y por otra parte, de obtener un mayor avance electoral en los estados de la república que renovarán gubernaturas y Congresos estatales, por supuesto tratará de avanzar con su partido MORENA en aquellos ayuntamientos que cambian de autoridades municipales.
La única manera de poder frenar esta descomposición nacional y que el país continúe cayéndose a pedazos, es frenar el avance del partido del presidente y crear un andamiaje ciudadano que se concientice y ayude a difundir los resultados de esta catástrofe social y política como resultado de la actuación del presidente y de su gobierno. No ha habido crecimiento económico ni habrá este año 2020 de acuerdo a las proyecciones del Banco de México y de organismos internacionales como la OCDE.
No hay creación de nuevos puestos de trabajo, no hay inversión extranjera, los niveles de desconfianza internacionales por los suelos, el turismo a la baja, la inseguridad desatada como nunca antes; no se ve en el horizonte ningún futuro próximo para los mexicanos. No existen recetas mágicas para frenar este desastre nacional, la solución la tenemos en nuestras manos en el 2021 frenando a toda costa esta aventura de parásitos en lo que se han convertido las políticas públicas y el actual gobierno federal. No más izquierdas aventureras, improvisadas y hostiles.
¿No cree usted?