Francisco Javier Castellón Fonseca
La Universidad Autónoma de Nayarit es el proyecto social más importante que el estado mexicano incubó en Nayarit durante el siglo XX. La vida política económica, política y social de nuestro estado no se entiende sin el trabajo y la influencia de los egresados universitarios de nuestra alma mater.
A pesar de lo que los detractores de la institución digan, la universidad pública nayarita debe ser el espacio de libertad de pensamiento y acción que ha sido siempre y que a pesar de la estructura corporativa que predomina al interior, se ha logrado preservar como tal.
En tiempos en que el pensamiento único, el encono y la fácil descalificación se enseñorean en el panorama político, siempre son importantes los espacios de reflexión y de debate de ideas centrados en la razón crítica y la ciencia.
La defensa de la universidad va más allá de declarar nuestro apego por ella y de refrendar nuestro orgullo de ser universitario. La universidad nayarita fue producto de la gesta del gobernador Gascon Mercado y de los sectores sociales que lo apoyaban. Hoy, la lucha por la preservación de la UAN es de todos, sobre todo de aquellos que nos hemos formado en sus aulas y quienes luchamos por preservar al más importante símbolo de la cultura y la educación en Nayarit.
Dejar morir por inanición a la universidad pública es un crimen de estado. Nadie parece advertir que el detonante de la crisis universitaria está en la acción criminal de quienes gobernaban Nayarit en el momento del estallamiento de la crisis; gobiernos que no entregaron subsidios, que se quedaban con los recursos del patronato universitario, que extorsionaban autoridades y actuaban criminalmente para incidir en el rumbo interno de la universidad.
Las autoridades federales y los legisladores no han hecho una valoración objetiva de la crisis de la universidad pública nayarita, por lo tanto, para ellos, la situación solo deriva de la corrupción e irresponsabilidad interna y en consecuencia el problema universitario no es su problema. Todavía más, todo parece indicar que el rescate de las universidades públicas estatales que están en problemas financieros no es una prioridad.
Permanecer pasivos no puede ser una opción para los universitarios, ni tampoco para muchos sectores del pueblo nayarita que ha formado a sus hijos en ella. Académicamente, la institución está mejor que nunca pero financieramente está quebrantada y su gobernanza interna cuestionada. Pero lo que no debe caber duda es que vale la pena luchar por ella.