Dr. Carlos Díaz Abrego
Ya no hay tiempo para la ciudadanía. Se han agotado los plazos para dejar seguir haciendo al gobierno de López Obrador, la destrucción paulatina de las instituciones, pero, sobre todo, de lo más importante: la democracia. Millones de mexicanos, nunca creyeron aquello que hace años se dijo de AMLO. “López Obrador, es un peligro para México”. Para muchos, simplemente fue un slogan propagandístico, para otros, una exageración de sus adversarios políticos.
Ni sus propios seguidores y aquellos que llegaron a votar por él, sin ser simpatizantes de sus políticas o del movimiento “transformador” de la 4T, imaginaron lo que pudiera llegar hacer el tirano gobernante, en tan sólo poco más de cuatro años de gobierno. La verdadera transformación que ha realizado López Obrador, ha consistido en el desmantelamiento del sistema político, hasta llegar a lo que estamos viviendo hoy en día todos los mexicanos.
Transformar el INE, con el firme propósito de desaparecerlo en primera instancia, sin éxito alguno, gracias a la afortunada contención que realizaron los partidos políticos de oposición en el Congreso de la Unión, permitió que pensáramos los ciudadanos, que, con ello, era suficiente para no tocar a la institución responsable de organizar las elecciones de manera ciudadana y organizada. El inmoral mandatario, inmediatamente planeo dentro de su locura demencial, cómo continuar con su plan para minar y destazar al organismo electoral.
De tal suerte, que anunció un nuevo contrataque para lograr su objetivo: destruir a la institución encargada de organizar las elecciones en todo el país, a través de un Plan B.
Un nuevo Plan, que consistiría en un drástico recorte presupuestal del INE, que tendría como efecto inmediato, la desaparición de 6 mil plazas de trabajadores del instituto, situación que pondría en riesgo la organización de las elecciones en este año, en el estado de México y en Coahuila y que decir, del proceso electoral del 2024.
Las otras implicaciones que tiene el nefasto Plan B son las modificaciones en la organización de las elecciones, al eliminar miles de plazas de trabajo que tienen la función esencial de gestionar la planeación e instalación de casillas electorales en todo lo largo y ancho del país. También, limitarían el control del INE sobre sus gastos y la capacidad del instituto para inhabilitar a candidatos por faltas de gastos de campaña. Todo esto, causaría la imposibilidad de instalar casillas electorales en todo México.
El resentimiento y odio que tiene AMLO hacía el INE, es más que evidente. Desde sus tiempos de líder de oposición, hasta ahora como presidente de México, ha expresado una y mil veces, su enfado y molestia con varios concejeros electorales, por su puesto, con la propia institución, a la que no perdona que no haya reconocido su supuesto triunfo electoral en las elecciones del 2006, así cómo también, no perdona que en el 2021 el INE cancelara las candidaturas electorales, a sus amigos y aliados políticos Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón, respectivamente.
Por lo que mañana domingo 26 de febrero en punto de las 11:00 am., en 112 ciudades de México y algunas en el extranjero, cómo Madrid, Barcelona, Lisboa, Washington, Los Ángeles y otras, millones de mexicanos tenemos que salir a la calle y llenar las diversas Plazas Públicas, para que enviemos un claro mensaje a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a sus Ministros, de no permitir y por ende, autorizar jurídicamente la nueva reforma llamada Plan B, que pretende destazar al INE, pero sobre todo, dinamitar la democracia en México.
¿No cree usted?