Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Se acabaron los pleitos. La elección pasó y México optó mayoritariamente por Andrés Manuel López Obrador para ser el próximo presidente de la nación. Noticia que no sorprendió a muchos que ya esperaban “la consumación del fraude a favor del PRIAN” y otras tantas arengas virtuales que se podían leer en las redes sociales.
Millones de mexicanos salieron a votar y reinó la civilidad el pasado domingo, así como en la semana posterior. Sin embargo, esto no significa que todos los problemas se hayan resuelto y que la contundencia del resultado, no permita critica o disenso con quien será el próximo presidente.
Hoy más que nunca se necesita oposición, controles y equilibrios al próximo gobierno, que, de facto, ya comenzó.
Después de una intensa jornada electoral, es necesario un buen espresso, el cual debe de ser caliente al tacto, amargo al paladar, fuerte en la nariz y escaso al servirse.
Doble es mucho mejor para comenzar a analizar la nueva realidad política mexicana.
Comenzamos el espresso doble de hoy.
Caliente. No me equivoqué a mediados de junio, cuando en un editorial publicado en El Heraldo de Chihuahua, analizaba las falacias que Javier Corral prometió en campaña y las comparaba con las que hizo el mismo Andrés Manuel López Obrador y que, al igual que Corral, lo llevaron al triunfo. Si usted no las recuerda, hagamos un breve recuento.
Amargo. “Vamos a bajar el precio de la gasolina”, escupía en cada mitin AMLO por todo el país. Agredía e insultaba a quienes firmaron con el presidente Peña Nieto, el famoso Pacto por México, que hizo posibles muchas de las reformas urgentes para el país, como la energética. Por años, escuchamos esa promesa del Peje y a unas cuantas horas de haber ganado, soltó una gigantesca dosis de realidad que a nadie pareció importarle, en voz de su futuro secretario de hacienda: La gasolina no va a bajar de precio. Es algo totalmente imposible. Y no sólo eso, calificó la decisión como adecuada, ya que le dio estabilidad al país. La primera promesa del corazón de López Obrador y… nadie dijo nada. Sorpresivamente ni Javier Corral. Hasta él enmudeció.
Fuerte. Hábil en los medios como es, el próximo prejidente, saturó la agenda de campaña con el tema del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, obra a la cual descalificó y prometió no continuar con ella, para llevar la nueva sede aeroportuaria a otro lugar. Sólo a horas del triunfo, ¿qué creen? El tan criticado nuevo aeropuerto, se va a quedar donde está. Pero, no sólo se quedó ahí: tampoco se va a vender el avión presidencial de Peña Nieto, ese que no tiene ni Obama, mucho menos Donald Trump; al igual que la Casa de Gobierno de Chihuahua, nadie tiene el suficiente capital para comprarlo. Ni Obama. Otras dos promesas del corazón de AMLO y el silencio volvió a ser la constante. Ningún priista, menos los panistas y por supuesto, de nueva cuenta, ni Corral, que está a favor de nada y en contra de todo, dijo una de sus célebres arengas contra el próximo presidente de México.
Escaso. “No voy a utilizar el Estado Mayor Presidencial”, también prometió en campaña. De inmediato su futura secretaria de gobernación, lo calificó como idea absurda y lo conmina reflexionar su decisión; haciendo de este tema, uno muy comentado en las redes y medios de comunicación. Prometió que el ejército regresaría a los cuarteles, porque no deberían de estar combatiendo el crimen en las calles y en más de una ocasión los llamó criminales y hasta propuso desaparecerlo junto con la marina. Pues, el ejército no regresa a los cuarteles, se queda en las calles. Y no conforme, la inseguridad y la violencia, no desparecerán en diciembre que asuma. Tampoco. Habrá que esperar tres años, según anunció su próximo responsable de esa área de su gabinete. La amnistía para los delincuentes, ¡por supuesto que no!, dijo Durazo. Otra falsa promesa que ocupó muchos titulares en campaña. Y como quizás acabó muy estresado de la campaña, recapacitó y decidió dar para atrás a su promesa de no legalizar la marihuana y ahora enviará al congreso la iniciativa para que todos podamos andar rolando mota.
Más promesas hechas por AMLO con el corazón y no con la razón, emulando a Javier Corral.
Lo más sorprendente es que ¡los chairos no dicen nada! ¿Será que se les acabaron las causas? ¿Están muy cansados para protestar? ¿Le tienen miedo al nuevo tlatoani? ¿O están esperando a convertirse en “aprendices”? Será el sereno, pero los chairos callan ante todas estas promesas fundamentales de la campaña de AMLO, que a horas del triunfo, pasaron a mejor vida.
¿Reaccionarán algún día o se irán a la burocracia federal?
Ojalá y sigan igual de observadores. México los necesita ahora más que nunca.
Este ha sido el espresso doble de hoy.
luisruben@plandevuelo.mx