Lionel Messi
Me siento un tipo de barrio, como cualquier otro. El mismo de siempre. Rosario es el lugar donde nací, donde pasé lindos momentos durante mi infancia. Los momentos vividos de chico, no los cambian ni un gol ni la fama.
En las calles de mi barrio aprendí a jugar al futbol, a entender el juego como diversión. Sobre el asfalto, terminábamos pelados de tanto jugar en la calle. Recuerdo que cuando mi mamá me ordenaba a hacer los mandados, sólo iba si me dejaba llevar una pelota. Jugábamos al futbol todo el tiempo. Con mis hermanos, con mis primos y con otros chicos. El tema era jugar.
No sé si la primera pelota me la compraron mis viejos o mi abuela, pero sí recuerdo que la primera que insistió para que jugara en el baby fue ella, mi abuela Celia. Quiero recordar si alguna vez tuve una camiseta de la selección cuando era chico, pero estoy seguro de que no. La primera fue en la selección. Me estaba esperando. Argentina es mi país, mi familia, mi manera de expresarme. Me preguntan por qué no se me pegó el acento español y es simple: no quiero que se me pegue, ni perder ninguna identificación con mi país. Es el lugar a donde quiero volver. No sé cuándo. Si me preguntan en qué lugar quiero estar, siempre voy a decir: “Rosario”. Con mi gente soy feliz.
Mi primera vez en la selección. Siempre fui muy fanático de la selección. Veía los partidos por televisión, porque nunca pude verlos en una cancha como hincha. El recuerdo más fuerte que tengo de un Mundial fue el de 2002, cuando quedamos fuera de Corea-Japón. Lo viví con dolor, a la distancia, porque ya estaba en Barcelona.
Mi primera experiencia con la selección la disfruté cuando fui convocado para los dos amistosos Sub-20 con Paraguay y Uruguay, antes del Sudamericano de Colombia de 2005. Cuando me llamó Hugo Tocalli sentí un gran alivio. Esperaba que me llamaran. Hubo contactos informales para saber si quería jugar en la selección española, pero yo siempre dije que quería jugar para mi selección, porque quiero a la Argentina y sólo siento estos colores. Para esa convocatoria viajé desde España con muchísima ilusión, porque para mí era todo nuevo, pero especialmente, porque iba a vestir esa camiseta que tanto nos conmueve. Creo que si en ese partido con Paraguay me ponían de arquero, iba feliz al arco. No me importaba nada.
¡Campeón mundial! Había soñado con ganar el Mundial. Pero después también terminé goleador y fui elegido el mejor jugador. Pero sin dudas, lo más lindo fue salir campeón. Nunca pensé en todo lo que podría suceder después. Sólo disfruté como pude, porque terminó la Copa y enseguida regresé a Barcelona. Fue un impulso para mí y fue uno de los momentos más felices de mi carrera.