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CÓMO CAERLE BIEN A AMLO

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Héctor Serrrano

Dicen que en política nada es casual; sin embargo, estoy convencido de que algunos casos son fortuitos, por lo menos para una de las partes.

Como es sabido y se ha expuesto en esta columna, Miguel Ángel Mancera hace campaña en el interior de la República promoviendo e informando sobre la propuesta del Gobierno de Coalición, eje central con que se construyó Por México al Frente.

En estas giras, Miguel Ángel Mancera ha recibido un gran reconocimiento por parte de quienes asisten a los mítines o reuniones privadas, así como a su paso por los lugares públicos de las diferentes entidades que visita. Se refrenda el dicho: “nadie es profeta en su tierra”.

En el equipo que prepara la agenda de las giras de campaña a donde asistirá Miguel Ángel Mancera, tanto sus integrantes, como el propio Mancera, en todo momento tuvieron conocimiento de que Andrés Manuel López Obrador se encontraría de visita en Nayarit.

Mancera tenía programado asistir el sábado 14 de abril a aquella entidad. Al saber que AMLO estaría ahí el jueves anterior, los equipos políticos locales le solicitaron anticipar su visita, para ejercer un contrapeso efectivo a la visita del apodado Mesías de Macuspana.

Para Mancera era clara la posibilidad de coincidir con Andrés Manuel y por supuesto con su coordinador regional Marcelo Ebrard.

Lo que ocurrió después fue de conocimiento público a través de diferentes medios y videos que fueron ampliamente difundidos, de los que se desprende que, como dijera el famoso autodenominado “hijo” desobediente, Felipe Calderón, “haiga sido, como haiga sido”, tanto Andrés Manuel López Obrador como Marcelo Ebrard, le dieron la vuelta a encontrarse cara a cara con Miguel Ángel Mancera.

Después de lo observado, lo que sí es importante reflexionar es, sin duda, la actitud asumida por el candidato de Morena. Al ser cuestionado del por qué rehuyó el encuentro con Miguel Ángel Mancera, en otro tiempo grandes amigos, Andrés Manuel López Obrador fue contundente: “porque me cae mal”.

¿Y por qué le cae mal?, cabría preguntarnos. ¿Porque Miguel Ángel Mancera no se sometió a su voluntad? ¿Porque ejerció un gobierno calificado como bueno, malo o impopular, de acuerdo a sus propios valores y motivaciones? ¿Porque en su actuar como gobernante nunca pretendió engañar a nadie y se condujo de acuerdo a su propia ideología y circunstancia?

De eso, el tiempo dará cuenta.

Sin embargo, el conjunto de preguntas anteriores se constriñen en una sola palabra: libertad. Libertad para tomar decisiones con base a las circunstancias políticas o sociales y no convertirte, violentando tu dignidad, en gobernante títere de alguien. El gobernante es producto del ejercicio de la libertad más sublime con que cuenta nuestra sociedad: elegir o ser electo.

En pocas palabras, alcanzar el estado que provoca la lucha con mayor resistencia en el tiempo, que sin duda es la que se da a favor de la democracia.

O tal vez le cae mal porque Miguel Ángel Mancera tuvo la osadía, a diferencia de otros, de querer ser candidato a la Presidencia igual que él y buscar esa posibilidad hasta el último momento.

Qué grave es que alguien que pretenda gobernar no entienda de la posibilidad de dialogar, escuchar o siquiera mirar a aquellos que le caen mal; eso sin imaginar siquiera que por caerle mal les haría la vida imposible, usando los instrumentos del Estado, por puro impulso.

El saludar a alguien cuando se es persona pública responde a la civilidad a la que te encuentras obligado y no a un sentimiento que te nuble la objetividad necesaria, útil para construir una nación

Entonces la pregunta es: ¿qué se necesita para que le caigas bien a Andrés? La respuesta es simple: renunciar a todo lo anterior y no aspirar a más que sólo obtener su perdón.

Sólo recordemos el proceso de desafuero del hoy candidato presidencial por Morena, donde Mancera hizo una de las piezas de defensa jurídica más pulcras que se pueden encontrar públicamente.

Hoy así están las cosas…

De refilón. La soberbia no es conveniente en política.  Muchas veces los tiempos y las circunstancias no necesariamente responden a una estrategia o proyección.  Los astros se alinean o desalinean en cualquier momento. Estoy convencido, siempre hay un destino por cumplir.  Lo que sí afirmo de forma contundente es que la política es el único juego donde se tiene garantizada la revancha, desde el inicio del mismo. Ciclo sin fin.

Ex secretario de Movilidad CDMX

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