Rafael G. Vargas Pasaye
Un fin de semana atrás en un clásico salto de canal a otro en la televisión, actividad cada vez menos procurada en la casa como seguramente en muchas otras del mundo, llegué a un canal de deportes donde transmitían el medio tiempo del juego de estrellas de la NBA, la liga de basquetbol más vista del planeta.
Mi sorpresa fue que Mateo, mi hijo de cinco años al ver la escena en la pantalla dijo: “Mister Beast”, y yo en mi poco conocimiento le pregunté, ¿y quién es él y qué hace?, me dijo “es él, el que está hablando y regala dinero”. Acto seguido presté mayor atención a la situación.
Si bien el gusto por el deporte se ha incrementado gracias a las porras que echamos a los Coras Basquetbol, o nos une una amistad con la jugadora seleccionada nacional Jazmín Valenzuela, no somos tan seguidores del basquetbol, de allí que ni sabíamos que había ese día a esa hora el juego de estrellas de la NBA. Efectivamente, el personaje “Mr. Beast” estaba regalando 100 mil dólares a un joven que solo tenía que encestar un tiro desde fuera del área, lo que se conoce como de tres puntos.
Había que hacerlo contra reloj, lo cual le puso el toque de dramatismo a la situación y claro que nos atrapó y celebramos cuando lo logró casi al mismo tiempo que terminaba su tiempo. Luego la reflexión: un personaje del mundo de las redes sociales, estrella del YouTube, es el centro de atención o maestro de ceremonias de uno de los deportes más populares en el medio tiempo de su juego de estrellas.
Ahora lo obvio: me parece que la dinámica cada vez es mayor de interacción de personajes netamente del mundo digital en el de los medios tradicionales. Apenas en la ceremonia de los Premios Oscar de 2023, una televisora mexicana invitó a Javier Ibarrreche a ser parte del equipo, él un personaje o celebridad de Tiktok. En lo personal me agrada que el mundo digital no sólo sea una sección para pasar videos divertidos en los programas de revista de la mañana de algunas televisoras. Sino que cobre cada vez mayor fuerza y relevancia.
Los contenidos en redes sociales, como en los que hay en radio y televisión, son de diferente tipo y calidad, pero de nuevo como en los tradicionales, los primeros lugares del rating o de seguidores o reproducciones, por algo lo son, de allí que ese hecho sea significativo.
Como lo fue que la Real Academia Española (RAE), sí aquella institución que se le achaca un poco estar respirando con oxígeno de siglos pasados, se mantiene desde mi óptica atenta a lo que sucede en el mundo cambiante del habla y del lenguaje y que, como era de esperarse, el alto consumo y dinamismo de las redes sociales ha llegado de forma reciente a formar parte también, a sumar su aportación.
Me refiero a un término utilizado por Karina Torres, una influencer con alto número de seguidores, quien de tanto utilizarlo ha logrado contagiarlo en sus seguidores en el uso diario o cotidiano, a tal grado que fue aceptado en la RAE. La palabra es “Nadaqueveriento”, cuya definición la misma Academia Mexicana de la Lengua explica que “Nadaqueveriento es, entonces, un adjetivo de uso coloquial y popular, que significa ‘inoportuno, irrelevante, inadecuado, sin relación’: No invites a la fiesta al nadaqueveriento de Luis. Su uso se difundió y probablemente nació en redes sociales. De acuerdo con la cuenta de TikTok de Larousse de Latinoamérica la locución es equivalente a nada que ver y se refiere a algo ‘fuera de lugar, que no corresponde’”.
Estos casos de apropiación del lenguaje, y de espacios como el medio tiempo en el juego de estrellas de la NBA, de parte de personajes sumamente vistos en el ecosistema digital, nos habla de la flexibilidad que debemos tener para entender los fenómenos sociales en todos los sentidos, así como las disciplinas que conocemos normalmente y su formación, sin olvidar los mecanismos de comunicación en el hogar. Ahora tengo otro tema de conversación con Mateo, pues me he puesto a ver algunos videos de Mr. Beast.
@rvargapasaye
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