Ame Marroquín
Esta es la historia del nuevo Director General que es promovido. Su promoción repentina se debió a su gran talento estratégico y porque tiene una visión de negocio increíble. Es una persona sobria, muy reservado y le cuesta en ocasiones expresar todo lo que piensa. En el momento en que lo promueven su primer gran reto es pararse ante un grupo de empleados (aproximadamente 500). Debe presentar en una conferencia lo que pueden esperar con él a bordo de este nuevo viaje.
En principio no le ve problema y prepara un discurso breve. Está seguro que va a comunicar con él todas sus nuevas ideas y proyectos para ejecutar. Sin embargo, el día del evento, se para al frente y con tan sólo ver a la audiencia sentada empieza sentir adrenalina. Siente un nervio total de lo que está viendo al frente: una cantidad de pares de ojos, sólo viéndolo a él.
En ese instante le empiezan a sudar las manos, pierde su concentración y empieza a titubear y emplear muletillas entre cada idea. Decide que si se mueve en el escenario tal vez los nervios se disipen. Lo único que logra es medio bailar de un lado a otro. Puede notar cómo las personas empiezan a perder su atención y voltean a ver relojes y celulares. Termina su discurso visiblemente alterado y cerrando el mismo diciendo: “Gracias, esto es todo por hoy”.
¿Qué hizo falta antes de presentar?
Cuando llegas a puestos de liderazgo no te puedes dar el lujo de no saber comunicar. Sobretodo si se trata de hacerlo a tu equipo o a foros en representación de tu empresa. Todo el mundo espera que una persona que lleva las riendas de un negocio tenga la habilidad de transmitir un mensaje. Se espera que sea capaz de comunicar tranquilidad y que así se sientan seguros con él al mando. Si no logras proyectar esa credibilidad y responsabilidad todo el que no te conoce bien dudará de tu liderazgo y tu habilidad para entregar.
El temor que tienen muchos profesionales para hablar en público es normal. Sin embargo, es algo que no se pueden permitir si quieren fortalecer su liderazgo. Presentar a grandes audiencias, a inversionistas, a salas de consejos, etc es un arte que se puede perfeccionar con las herramientas adecuadas, y obviamente practicando. Los vicios ocultos que tenemos muchos al hablar en público se pueden corregir una vez que estás consciente que estás cometiendo estas faltas. El tema con los líderes es que no siempre su equipo se puede atrever a decírselos. En ocasiones, hay quienes se sienten tan seguros de su talento y experiencia que piensan que lo hacen muy bien. Olvidan reflexionar que quizá pueden mejorar o que deben pedir retroalimentación para evaluar cómo lo hacen.
¿Qué puedes hacer?
Una buena forma de saber esto, además de contrata a un experto que te apoye en el tema, es pedir que graben tu exposición. Al verte en acción puedes analizar si tu lenguaje no verbal es abierto. Puedes ver si te ves tenso, si tus movimientos en el escenario son contenidos. En un video puedes contar la cantidad de muletillas que utilizaste, o cómo sonó tu tono de voz. Viéndolo puedes asegurarte si tu mensaje fue realmente claro, si fuiste concreto y a al grano. Podrás notar la energía que se necesita para mover al público y contagiarlo de la emoción que conlleva tu mensaje.
Practica, practica y practica.
Perder el miedo a presentar, saber que es parte de lo que se espera de tu liderazgo, es el primer paso. El segundo, es practicar y buscar la ocasión para hacerlo. Aún cuando sean a grupos pequeños. Cualquier arte para ser perfeccionado requiere de practica aún cuando sepas las herramientas esenciales para hablar en público. Si no practicas es como aprender a andar en bici y tratar de hacerlo 20 años después. Seguramente, mientras recuerdas la técnica, te verás tambaleando.
Muchas personas creen que cuando no es algo que tienen que hacer seguido, no pasa nada. Olvidan que es parte de su presencia ejecutiva. Si tu estás creciendo en lo profesional y tienes una aversión a hablar en público, es momento que busques apoyo para que lo vayas practicando. Así te aseguras que lo tendrás perfeccionado para el momento en que te toque hacerlo.
Recuerda que no sólo es en tu organización, puede ser para la fundación que apoyas, para el voluntariado en el que participas, para la junta de padres de familia de tus hijos. Incluso, si sigues en la escuela, seguramente te han pasado al frente del salón. Hablar en público atrae a personas a querer confiar en ti, por el mensaje que transmites y proyectar credibilidad de que lo que dices es algo que deben considerar.
Cuéntame si te ha pasado, qué has hecho para superarlo o si crees que necesites algún tip para perder el miedo.
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