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A lo largo de los últimos decenios, ha surgido periódicamente la noción de que una de las causas del cáncer puede ser la mente humana; en especial, los pensamientos negativos y las sensaciones depresivas y desagradables constantes durante muchos años. ¿Puede ser eso verdad?
No cabe duda de que se trata de una hipótesis falseable; es decir, que se puede demostrar su falsedad mediante estudios controlados. El doctor Arturo Panduro Cerda, jefe del Servicio de Biología Molecular en Medicina, del Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, de Guadalajara, México, afirmó que el resentimiento está asociado con el desarrollo del cáncer.
Asevera que, aun cuando no hay un gen del resentimiento, esta sensación o emoción sí existe, como también existe el amor. Agregó que, en el desarrollo del cáncer pueden intervenir factores genéticos que, combinados con aspectos cualitativos, afectan al ser humano, como las emociones, entre otros fenómenos de origen mental o ambiental.
Añadió: “por ejemplo, en el caso del cáncer de colon existe un gen asociado, y la persona que lo trae puede desarrollar poliposis adenomatosa familiar; el siguiente paso puede ser el cáncer de colon».
También señaló que hay relación entre enfermedades crónicas, como la obesidad, el cáncer y las emociones. “En el caso de las personas con obesidad que se someten a una cirugía bariátrica, desde niños pudieron sufrir el síndrome de la tendencia irresistible a incurrir en el atracón, algo relacionado con la ansiedad y añadió que detrás de eso también hay factores genéticos”. Este médico explicó que, gracias a la medicina genómica, los especialistas están entendiendo cómo se desarrolla una enfermedad crónica.
Ahora se sabe que, ya sea cáncer, obesidad, diabetes o cirrosis, puede empezar 25 o 30 años atrás de su manifestación abierta y sintomática.
Aseveró que se está detectando la susceptibilidad genética del individuo y los factores principales que interactúan con los genes que predisponen el desarrollo de la enfermedad crónica. Entre ellos, alimentación, actividad física e interacción de los genes con las emociones y actitudes.
Sin embargo, este médico y otros, en diversas partes del mundo, no aciertan al agrupar en un solo rubro o categoría las diversas condiciones o enfermedades degenerativas que afectan al ser humano. En el caso del cáncer, hay multitud de causas externas e internas que desencadenan esta enfermedad.
Respecto del cáncer, se ha publicado un estudio más que no encuentra correlación alguna entre emociones (en este caso, depresión) y cáncer. Las propuestas pseudocientíficas de la llamada bioneuroemoción y similares han recibido una mala noticia: se ha publicado otrometanálisis (un estudio comparado de decenas de estudios), el cual ha vuelto a sugerir que no existe relación entre emociones negativas y cáncer. Es decir, que pensar positivamente no nos protege contra el cáncer.
La discusión sobre los factores que aumentan el riesgo de cáncer no sólo forma parte de la actividad de los médicos y los oncólogos, sino que en ella están también involucrados los defensores de la medicina alternativa, así como los pseudopsicólogos y los psicoterapeutas marginales, cuyas opiniones son difundidas por periodistas con escaso o nulo código ético.
De ahí surgió la afirmación común de que el pensamiento negativo, el pesimismo y el estrés crean las condiciones para que las células de nuestro cuerpo funcionen mal y para que el cáncer se desarrolle.
Declaraciones similares acompañan proposiciones terapéuticas para cambiar nuestra forma de pensar por una más positiva que proteja del cáncer o, incluso, cure de la enfermedad.
En un artículo publicado recien-temente en Psycho-Oncology, cuatro expertos coreanos han intentado dar respuestas a esta pregunta por medio de un amplio metanálisis.
Aunque algunos estudios de baja calidad encontraron que los pacientes con trastorno depresivo se encuentran en mayor riesgo de cáncer, en general, el estudio no demostró que los pacientes con trastorno depresivo diagnosticado clínicamente tuvieran un mayor riesgo de desarrollar cáncer en relación con la población general.
A pesar de los sesgos y limitaciones de esta clase de estudios, lo cierto es que, hoy por hoy, resulta aventurado ofrecer un vínculo causal entre emociones y cáncer. Por otra parte, algunos de estos estudios demostraron que la relación podría ser, incluso, a la inversa: las personas deprimidas y aquellos que experimentaron más estrés eran menos propensos a contraer cáncer que los positivos y no víctimas de estrés.
La convicción de que el pensamiento positivo y las emociones evitan el desarrollo del cáncer o, incluso, pueden curarlo, es consistente con nuestra necesidad de control. Preferimos vivir con la convicción de que tenemos control sobre algo. La verdad, sin embargo, es que somos poco importantes a la hora de influir en la abrumadora mayoría de los factores inductores de cáncer.
Referencias
http://www2.esmas.com/salud/dia-a-dia/808317/emociones-negativas-podrian-causar-cancer/ Ana Landín. Blog Salud de Televisa “La Bioneuroemoción es supuestamente un nuevo método comercial para alcanzar el bienestar emocional. Según el cual tus pensamientos, creencias y emociones influyen en tu calidad de vida”. Metanálisis socava el mito de que las emociones negativas pueden causar cáncer https://www.xatakaciencia.com/medicina/metanalisis-socava-el-mito-de-que-las-emociones-negativas-pueden-causar-cancer
Fuente: Conacyt