NO DEBIÓ ACEPTARSE RENUNCIA EN CONACYT
Rafael G. Vargas Pasaye/ Sentido Común
Gracias a un esfuerzo de muchos y desde hace años (aunque algunos piensan que empezó también el primero de diciembre pasado), se han consolidado espacios y prácticas que hacen, o al menos esa es la intención, que exista una mayor transparencia en muchas áreas del gobierno, una prueba de ello es el perfil y la declaración patrimonial de quienes ocupan los diversos cargos.
Sin embargo, en términos de comunicación los días recientes abarcaron muchos espacios en cuanto a aclaraciones a partir de esta información, los ejemplos más notorios se dieron en los titulares de las Secretarías de Gobernación y Comunicaciones y Transportes. Por un lado, Olga Sánchez se notó incluso molesta al señalar que no había incurrido en secrecía con un departamento que tiene en Estados Unidos, adquirido con el salario de su marido y ella misma durante cinco décadas.
La manera de solventar la crisis interna fue una fotografía con la titular de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, a quien primeramente había culpado. El segundo caso es el de Javier Jiménez Espriú, quien también cuenta en su haber con una propiedad en Estados Unidos, pero al no ser declarado tuvo que salir a explicar los por qués, situación nada alegre para ninguno de los involucrados.
Sin embargo, esto debe permear en beneficio de una estrategia, si es que la hay, o si no se tomará como parte de una lucha interna. Los otros botones de muestra nacieron en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que en días recientes ha sido nota por razones externas a esos dos grandes rubros.
Primero con la exposición pública de David Alexir Ledesma, quien hasta el jueves era subdirector y coordinador de Comunicación e Información Estratégica, y fue el mismísimo vocero presidencial (hasta allá llegó el caso) quien hizo el anuncio de su salida, y el de Edith Arrieta Meza, licenciada en diseño de moda a quien algunas notas periodísticas la ubicaron en la subdirección de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados, organismo que era muy poco conocido y del cual luego supimos que ya no estaba ligada.
No debieron darse las renuncias, en el caso de David Alexir Ledesma porque lo que estaba estudiando era lo que ejercía: comunicación, y no debió darse porque bajo esa lógica, y en los mismos terrenos: el vocero presidencial, deberían dejar su cargo el titular de Petróleos Mexicanos, agrónomo de formación; el titular de Educación, economista titulado; el del Instituto Mexicano del Seguro Social, abogado, por citar sólo unos casos.
Pero no debió renunciar porque parece que esa es la consigna totalitaria, desparecer el problema y no enfrentarlo, como lo está haciendo en el caso de las estancias infantiles, bajo la lógica de que no funcionan o se desvían recursos (el discurso de la corrupción sigue permeando), se modificará su sistema hasta casi extinguirlos sin medir las consecuencias sociales reales, o con alternativas risibles propuestas desde la voz del titular de Hacienda donde sugiere que los abuelitos se hagan cargo, demostrando su falta de conocimiento y seriedad en ámbitos sociales, ojalá en el ámbito de su competencia sí tenga suficiente experiencia (que no sólo llega con la edad como ha quedado demostrado).
En suma, Conacyt ha dado mucho de qué hablar en muy pocos días, y no ha sido precisamente en lo que es su labor, la ciencia y la tecnología, seguro mejorará, o eso deseamos ver, como por ejemplo con el dinero que llegó al organismo a través de los castigos que tuvieron los partidos políticos en las elecciones pasadas, un tema del que poco, muy poco se habla.