Rafael G. Vargas Pasaye
La escena no tiene desperdicio: una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México acompaña a una persona del banco a un domicilio, la idea era salvaguardarlo. Se puede ver en las imágenes cuando el ciudadano desciende, y al mismo tiempo que arranca la patrulla, tres individuos arrebatan con violencia el portafolios con dinero a la persona, los uniformados de la patrulla no voltean, no regresan, pero todo hace pensar que sí participan.
Casi al unísono la sospecha pende de los elementos policiacos que acompañaron en la patrulla. Y después de la sospecha viene la decepción y la desaparición (o disminución al menos) de la confianza en ellos.
Y es precisamente en la falta de confianza donde hoy vemos en mayor medida el enojo que tiene la sociedad con sus gobiernos y con otras instituciones. Cómo confiar en una persona que reiteradamente prometió algo y que hoy que tiene todo en sus manos por cumplirlo simplemente no lo hace.
Cómo confiar en un Presidente de la República que dijo que no iba aumentar el precio de la gasolina y sin embargo este de manera constante sigue al alza. O cómo confiar si un bastión que lo defiende que es el numérico grupo de la tercera edad, nos enteramos en diversos espacios, que con lágrimas en los ojos no pueden pagar lo básico en el supermercado porque no les han realizado el depósito correspondiente.
Cómo confiar en los gobernantes si en campaña prometieron, por ejemplo, mayor generación de empleo o terminar con la inseguridad, y hoy las cifras les dan una cachetada con guante blanco.
O cómo confiar en quien encabeza una alcaldía que desea proyectar progreso cuando no pueden cumplir con lo básico que es tapar baches, asegurar el alumbrado público o la recolección de basura.
Por supuesto la falta de confianza también se refleja en otros ámbitos, de acuerdo a Consulta Mitofsky en su estudio “México, confianza en sus instituciones 2018” publicado en octubre pasado, las instituciones que generan mayor confianza son las Universidades, la Iglesia y el Ejército, y en el extremo contrario se ubican los Partidos políticos, los Diputados y Senadores, la Presidencia, los Sindicatos, y con similares rangos la Policía.
También es común encontrar en diversos estudios que la gente sigue confiando en su familia y amigos, no en balde las preguntas de algunos estudios demoscópicos han incluido cuestiones del tipo: “Si usted sale de vacaciones confiaría las llaves de su casa a Candidato 1, Candidato 2…”, pues la confianza es un tema que cobra cada vez más relevancia en términos económicos, de gobernabilidad y de desarrollo.
De allí que sea importante que pese a los huracanes violentos que se viven en la calle y en las redes sociales, la confianza entre los ciudadanos no se pierda, al contrario, se debe fortalecer, y eso viene desde el primer círculo que es la familia pues no olvidemos que la confianza, a final y a principio de cuentas, es un valor.
@rvargaspasaye