Redacción Sentido Común
Más de 1.000 millones de personas (niños, adolescentes y adultos) en el mundo viven ya con obesidad, es decir, una de cada ocho personas; además, el 43 por ciento de los adultos tiene sobrepeso, según un nuevo estudio publicado por ‘The Lancet’ con datos de 2022.
Estas tendencias, junto con la disminución de la prevalencia de personas con peso por debajo de lo normal desde 1990, hacen que la obesidad sea la forma de malnutrición más común en la mayoría de los países.
La malnutrición, en todas sus formas, incluye la desnutrición (emaciación, retraso del crecimiento, bajo peso), la insuficiencia de vitaminas o minerales, el sobrepeso y la obesidad. La desnutrición es responsable de la mitad de las muertes de niños menores de 5 años, y la obesidad puede causar enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, la diabetes y algunos tipos de cáncer
Al mismo tiempo, ha señalado que «cientos de millones de personas siguen padeciendo desnutrición, sobre todo en algunas de las regiones más pobres del mundo». «Para combatir con éxito ambas formas de malnutrición es vital que mejoremos significativamente la disponibilidad y asequibilidad de alimentos sanos y nutritivos, saludables y nutritivos», ha expresado.
En este sentido, ha señalado que «la riqueza sí importa». «Comer sano es caro, y el encarecimiento de los alimentos en los últimos años no ha ayudado. Pero una de las funciones de la política es llevar la buena salud a las personas», resalta en su investigación.
Las intervenciones básicas que promueve la OMS son: acciones para apoyar prácticas saludables desde el primer día, incluyendo la promoción, protección y apoyo a la lactancia materna; normativas sobre la comercialización nociva de alimentos y bebidas dirigida a los niños, y políticas alimentarias y nutricionales en las escuelas, incluidas iniciativas para regular la venta de productos con alto contenido en grasas, azúcares y sal cerca de las escuelas;
Otras medidas pasan por impulsar políticas fiscales y de precios para promover dietas sanas; políticas de etiquetado nutricional; campañas públicas de educación y concienciación sobre dietas sanas y ejercicio físico; normas para la actividad física en las escuelas; e integración de los servicios de prevención y tratamiento de la obesidad en la Atención Primaria.