Rafael G. Vargas Pasaye
El tema de la mentira parece ser uno de los que sin notarlo o percibirlo del todo empieza a permear en la vida cotidiana de la sociedad, hay diversa literatura al respecto, varios análisis que devienen desde Platón con “La República” (“la verdadera mentira es odiada no sólo por los dioses, sinotambién por los hombres”).
Comprendo al menos tres espacios donde el uso (¿abuso?) de la mentira puede influenciar y convertirse en un problema social, o quizá agravarse:
Primero, el exceso de promesas incumplidas de los entonces candidatos, que convertidos ya en gobernantes o representantes, no logran consolidar, tomando en cuenta claro que en algunas ocasiones no necesariamente dependa de ellos, pero queda para el registro que lo que dijo en un inicio, no fue alcanzado. Imposible no recordar el “Peña No Cumple”, campaña para desprestigiar al entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto, y que sin dudo le restó algunos positivos.
La clase política pues parece que necesita utilizar las declaraciones cercanas a la mentira para ganar adeptos, o no valora si la propuesta que presenta es viable. Eso disminuye la credibilidad de la clase política y de la clase gobernante; dando paso al segundo espacio, el que la sociedad en su conjunto comience a acostumbrarse a las no verdades que emiten sus gobernantes.
Al ejercer el voto, el ciudadano deposita mucho más que una papeleta, pues va en ella la confianza en un futuro mejor, de alguna forma la persona a la que le vota es receptora de sus emociones, ya sean alegría o enojo, frustración o ilusión. El voto según varios expertos es más emotivo que racional.
El tercer espacio es el hecho de que estas mentiras emitidas por un político y recibidas por una sociedad debilitan a lasinstituciones, cuando en la práctica y en el deseo, ninguna persona debería estar por encima de las instituciones. Esto se puede ver en casos concretos como el INEGI o los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, donde la misma clase política pone en entredicho su credibilidad, cuando si no es con las cifras oficiales, ¿con cuáles entonces se tomarán las decisiones de los planes de gobierno?
Bien decía el mismo Platón: “De la mentira y el engaño es posible que hayan de usar muchas veces nuestros gobernantes por el bien de sus gobernados”. O el polifacético Oscar Wilde en “La decadencia de la mentira”, donde comenta que una buena mentira es “la que entraña su propia evidencia”.
El abuso de las mentiras, no solamente ya en el mundo de la política sino en general, no abona a que la sociedad se desarrolle, necesitamos mayor entendimiento y una mejor comunicación, de lo contrario el día de mañana tendremos instituciones y gobiernos débiles a causa de una clase política y su abuso de la mentira.
@rvargaspasaye