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Violencia en la escuela

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Rafael G. Vargas Pasaye

Hechos que conllevan violencia se han desvelado de manera más recurrente dentro de las instalaciones de las escuelas de nuestro país, sobre todo gracias a la magia del video y por supuesto a la viralidad de las redes sociales.

Quizá el más notorio es el del kínder “Frida Kahlo” en Cuautitlán, Estado de México donde pudimos apreciar cómo los padres de un pequeño agredieron con lujo de violencia a una maestra, ambos padres fueron detenidos y sentenciados. Muy comentada la nota a nivel nacional.

Muchos supimos el currículum del padre, de cómo el niño acabó viviendo con sus abuelos durante un tiempo y que sirvió de lección para muchas escuelas para revisar sus mecanismos de ingreso, así como su circuito de videograbación.

En días recientes en el estado de Hidalgo, un alumno aplicó la llave china a su compañera y la dejó desmayada, los padres denunciaron le hecho, que también quedó para la posteridad en las imágenes de un video.

Y en días recientes en Coahuila, un alumno apuñaló a su maestra en pleno salón de clases, se supo el contexto y en eso quiero detenerme, porque qué tienen en común los casos anteriores, y los otros tantos que no llegan a la viralización.

¿Cómo llegamos hasta esta realidad, cómo la figura del maestro o maestra hoy en día no es igual de valorada como lo era antes?; también el otro lado, ¿qué estamos haciendo para escuchar a los alumnos y alumnas ante una realidad que por supuesto rebasa y por mucho lo que se vive dentro de las aulas?

Qué impactos reciben cotidianamente los niños y adolescentes, las niñas y jovencitas que tienen a la mano prácticamente acceso a todo. Qué tipo de pláticas hay en la casa, con la familia, con los amigos, qué consejos reciben dentro de la casa y qué ofertas reciben en las calles.

Porque la realidad no se puede tapar con un dedo, la cruda realidad es la que vemos fuera de las pantallas, lo que nos llega a la televisión o el celular es solo una mínima parte que sí nos escandaliza y nos debe invitar a la reflexión, y a la toma de decisiones cada quien desde su trinchera, porque este no es un problema complejo que sólo inmiscuya al estudiantado o al profesorado, sino todo el sistema se ve envuelto.

A estos casos tuvimos acceso gracias a la magia del video, el cual llegando a las redes sociales corre el alto riesgo de viralizarse. Pero estoy seguro que todos y todas conocemos alguna experiencia similar muy cercana, en la familia o en los amigos, y vale la pena preguntarnos qué podemos hacer para evitar este tipo de situaciones.

Por un momento seamos la maestra, el alumno, la madre o el padre de familia, el profesor, el directivo, la supervisora, la amiga, en fin, pongámonos en los zapatos de alguno de ellos, respiremos profundamente y reflexionemos qué podemos hacer. Y hagámoslo para evitar que la violencia se expanda en las aulas. Es obvio que va más allá de los buenos deseos, pero por algo se empieza.

@rvargaspasaye
www.consentidocomun.mx

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