Rafael G. Vargas Pasaye
Padres de familia, maestros, autoridades, toda la sociedad se prepara para un nuevo ciclo escolar, y con todo lo que conlleva, desde los gastos hasta por supuesto lo simbólico de las nuevas oportunidades.
Ese inicio, donde se conocen nuevos retos, nuevas amistades, otro ritmo, maestros con otra forma de ver la realidad, es una bocanada que necesita México hoy más que nunca. Es un marco donde la realidad supera a la ficción necesitamos entre todos reforzar los valores de la tribu.
La escuela es ese recinto que nos enseña y nos marca, debemos darle la importancia que merece. Es allí donde se incuba la formación, el espacio del primer conocimiento, de las bases y su solidez, donde los discursos inaugurales siempre hablan de buenos deseos, con la esperanza de que se hagan realidad.
Sabemos que por razones diversas en la educación media superior y sobre todo en la superior no todos logran la meta, en el camino quedan las frustraciones, las obligaciones, las otras realidades, lo que en el currículum se llamará “carrera trunca”, pero más allá de las calificaciones también se dan cita algunos de los mejores momentos de la vida, los lazos afectivos con los amigos que perdurarán toda la vida.
Es un gran momento por igual, guardando sus debidas distancias, para el niño que entra a primaria como para que quien está por terminar la tesis y obtener un título universitario. La vida académica, la escuela, el cole, como le llamemos es lo menos importante, lo en verdad valioso que debemos hacer es valorar todo el mecanismo que se da para que precisamente esa dinámica se presente.
El padre y la madre que trabajan y desde la casa deben poner de su parte para que no falte nada, que los libros y cuadernos (y tanto demás material costoso) no sean pretexto, al igual el maestro o maestra que prepara su clase, y que en verdad ama estar en el aula, los directivos y funcionarios que hacen lo imposible este año para que los libros de texto gratuito lleguen a tiempo o los uniformes al ser entregados todavía sean de la talla de los alumnos.
Y claro, el estudiante que en el brillo de los ojos infantiles empezará a labrar su sueño y verse como médico, abogado, astronauta, músico, o la carrera que desee, a final de cuentas cada nuevo inicio de ciclo es una oportunidad de plantearnos como país entero un nuevo reto, el beneficio y el deseo de que esta generación sea mucho mejor que la nuestra y que las anteriores, la que logre poner a México en los lugares que se merece.
@rvargaspasaye
