Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Ciudad Juárez y El Paso son dos ciudades separadas por la frontera, pero unidas por su gente, quienes forman una sola comunidad. El Paso es parte de Juárez y Juárez es parte de El Paso, más que unidas, fundidas como cómplices.
Cielo Vista Mall es un espacio común entre mexicanos, latinos y ciudadanos de los Estados Unidos desde hace décadas y parte de la juventud, infancia y actualidad de miles de juarenses, paseños y chihuahuenses. El pasado sábado por la mañana la incertidumbre se transmitía por los mensajes en el celular, las redes sociales, de familias enteras se cercioraban de que sus seres queridos no anduvieran en la cotidiana visita a este complejo comercial, donde se encuentra esta tienda Walmart que opera 24 horas del día y es la más popular entre los fronterizos y los visitantes de la capital del estado de Chihuahua.
Muchas madres (entre ellas la mía) respiraban con tranquilidad al saber que sus familiares no estaban siquiera cerca de esa tienda. Mi hermano, quien radica en Juárez con su familia, no había cruzado la frontera ese día.
Otros se ahogaban con la angustia: teléfonos sin contestar, visitas que no llegaron, esperas que se prolongaron horas.
Pasaron las horas y los videos se viralizaron para horrorizar a quienes estamos lejos en la distancia geográfica pero muy cerca emocionalmente de esta comunidad entre Texas y Chihuahua. Se especulaba con el número de heridos y fallecidos.
A 48 horas del horroroso hecho, suman 22 fallecidos cuyos nombres han sido revelados para horrorizarnos más del alcance que tuvieron las balas del rifle del joven Patrick Crusius: llegaron a tan cerca de nuestros amigos o familiares hasta la ciudad de Chihuahua y tan lejos como Torreón, Aguascalientes, Zacatecas o Alemania.
Tal es el caso que ha conmocionado a los residentes de la capital de Chihuahua: el de María Eugenia Legarreta Rothe, reconocida empresaria quien hizo escala en el Walmart de Cielo Vista antes de ir al aeropuerto de El Paso, a donde iba a recoger a su hija, quien finalmente se quedó a la espera de su madre, cuya vida fue truncada por el odio.
Familias fueron destrozadas. El luto es generalizado en la frontera y en cada rincón del estado de Chihuahua.
Los ojos del mundo están en El Paso, Texas. Conforme pasa el tiempo se conocen historias de valentía que salvaron a sus hijos o a cientos de personas durante el tiroteo. Como la historia de Jordan y Andre Anchondo, joven pareja que utilizaron sus cuerpos para salvar a su bebé, la cual ha conmocionado a la comunidad fronteriza.
O la más reciente, de muchas que se revelarán: la de Gilbert Serna, empleado de la tienda Walmart de Cielo Vista, quien reveló en sus redes sociales, su heroica hazaña para salvar a más de un centenar de personas de las balas de Patrick Crusius. Reaccionó y llevó a la gente a la zona de carga y algunos los metió en las bodegas y a otros en las cajas de los trailers sin mercancía. La historia cobró notoriedad por la peculiar disculpa que publicó, en la que pedía perdón a la gente que encerró en los trailers, por el calor que padecieron mientras las balas acechaban al resto de los compradores.
Duele contar el número de heridos y de víctimas. Duele el odio, que demostró este fin de semana las funestas consecuencias que puede tener al diseminarse indiscriminadamente.
El Paso presumía ser una de las ciudades más seguras de la unión americana, contrastó muchos años con lo peligroso que era Ciudad Juárez entre los años 2007 y 2010. Hoy la sangre de Cielo Vista llega a todo el mundo para recordarnos que sembrar odio no es una buena apuesta.
En Chihuahua, al menos, entre el dolor de la tragedia y las hazañas heroicas que evitaron mayores pérdidas, se suma el cuestionamiento que, mexicanos y texanos le hacen a Trump: ¿no es tiempo de modificar el discurso de odio ante 22 muertes en El Paso?
Y también hay exigencia para López Obrador: ¿qué no piensa exigirle al presidente Trump que le baje muchas rayas a su encono contra los mexicanos?
Mientras la tristeza y el miedo predominan en la frontera, hay miles de paseños que tienen que hacer vida en Juárez y miles de juarenses que tienen que hacer vida en El Paso, después de comprobar lo venenoso que el odio puede ser.
Hoy fue El Paso, a manos de un estadounidense puro. No fue un inmigrante de esos que Trump ha estigmatizado, sea de América Latina o Asia. Fue uno de esos que constituyen la base electoral de Donald Trump.
Ciudad Juárez-El Paso está asustada pero no rota. La solidaridad internacional ha sido abrumadora y aunque el tema de la regulación de armas ha sido subido a la agenda por Trump, me dice un amigo desde Wisconsin, que cuando hubo condiciones políticas para regular la venta de armas, nadie pudo con el poder de la Asociación Nacional del Rifle y su poderosa maquina de cabildeo.
Ya ven que hay más tiendas para comprar armas en Estados Unidos que establecimientos de McDonalds. Ya lo dijo la cantante Rhianna: es más fácil comprar un arma que obtener una visa.
Según los números que revelan algunos medios de comunicación, es más fácil comprar un arma que una hamburguesa y para mi amigo en Wisconsin, imposible regular la venta de armas, “ve cuantas masacres ha habido y no ha pasado nada con el tema”, me aseguró.
Ojalá está coyuntura sea distinta y movilice a la sociedad de nuestro vecino del norte para hacer un cambio pendiente y urgente.
ULTIMALETRA
Debemos reflexionar de manera global sobre el alto necesario que debemos ponerle al odio, especialmente los políticos, quienes piden paz en sus discursos y sus acciones llaman a la violencia.
luisruben@plandevuelo.mx