Rafael G. Vargas Pasaye
Parecía una nota más de la semana, de esas de relleno, pero cuando se lee con calma uno nota que lleva un trasfondo, me refiero al hecho de que el agua empezó a cotizar en Wall Street.
Lo hizo en el llamado mercado de futuros de materias primas, debido claro a la escasez que ya representa. Su precio fluctuará como lo hacen el petróleo o el oro. La agencia EFE informó que el índice Nasdaq Veles California Water Index, con el “ticker” NQH2O, que basa en un indicador de precios de los futuros del agua en California cotizaba en su primer día en 486,53 dólares por acre-pie, una medida de volumen utilizada normalmente en Estados Unidos equivalente a 1,233 metros cúbicos.
Más allá de lo técnico que podemos o no entender, lo que queda claro es la necesidad urgente de repensar qué estamos haciendo con el tema de los recursos naturales, obviamente entre ellos el agua.
Hemos escuchado que la siguiente guerra mundial será precisamente por el abastecimiento del llamado vital líquido. Y cada vez más nos enteramos de problemas por la falta de él, y la molestia es un proceso que puede terminar mal. Lo ocurrido en Chignautla, Puebla, donde los pobladores se manifestaron violentamente por la supuesta privatización del servicio de agua, es una señal de alerta.
En esto último vale la pena abundar: la falta de agua, máxime si ya se pago por el servicio, o le llega a uno el recibo como si el servicio fuera dado de manera normal, genera un enojo en crecimiento, cada hora y cada día que pasa sin que salga agua de la llave hace que la molestia se incremente, y llegue, como lo hemos visto, a las protestas, cierre de vías de comunicación, y descalificaciones a las autoridades.
A esto hay que sumar a la ecuación el hecho de que seguimos en una pandemia donde una de las frases más repetidas es que debemos lavarnos las manos constantemente, por lo que, aún sin pandemia, la falta de agua se vuelve además de un problema social que puede terminar en violencia, en un problema de salud que al igual que el otro, es problema de política pública. Es por eso que le tema de ver el agua como un derecho también debe ponerse en el debate.
Aunque un foco de infección, un conato de violencia social, un universo de ebullición por la falta del agua no sólo es problema de las autoridades; la contraparte es que donde sí se cuenta con el servicio no siempre se tiene la conciencia de cuidarlo, y en el desperdicio todos llevamos parte de responsabilidad.
El desperdicio se puede evitar gracias a las recomendaciones escuchadas una y otra vez: hacer eficiente la ducha, cerrar la llave mientras nos lavamos los dientes, captar agua de lluvia, entre otras, y agregaría en el romántico deseo de contagiar a las nuevas generaciones de que el cuidado del agua le asegura contar en su futuro inmediato con el servicio.
Que el agua llegara a Wall Street no es para anda una nota mas, y en ello hay que poner atención.
@rvargaspasaye
