#ConSentidoComundeMujer
María Esther González Aguilar
Cada día, son más las mujeres que asumen responsabilidades al más alto nivel y en diversos sectores. De los resultados de su actuar depende en mucho, la confianza o credibilidad hacia el resto de sus congéneres. El reto para todas, sin importar el ámbito de su competencia, grado o nivel de responsabilidad es: dar resultados, no hacer lo mismo, no ser presa de actos denigrantes o con tufo de corrupción, como tampoco, caer en errores que “minen” lo que ha costado siglos conseguir. No estoy hablando ni de feminismo, ni feministas, sino de una realidad que nos alcanzó, con los riesgos que conlleva el empoderamiento así como el ejercicio pleno de derechos y libertades individuales y colectivas.
Las mujeres que ahora ostentan altos cargos directivos en el sector privado, o social, o son servidoras públicas del más alto nivel o lo mismo gobiernan algún territorio o son representantes populares en algún parlamento; tienen también grandes obligaciones para con ellas y sus congéneres: ser responsables, cumplir, ser honestas, leales, humildes, no caer en soberbia, tener alto sentido de servicio y compromiso para con los demás, dado que sus decisiones impacta a miles y miles o en algunos casos a millones de personas. Ejercer un liderazgo individual y colectivo real, de no ser así, entonces no sería empoderar sino concesión hacia el sector social que representa más del cincuenta por ciento de la población mexicana.
Lo deseable es que no sea una concesión y que con su actuar; mujeres empoderen a más mujeres y no sea una mujer la principal enemiga de otra mujer; que no se conviertan, en lo que Vicente Fox Quezada significó para la figura presidencial; o como lo que Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco” fue para las candidaturas independientes; ambos son ejemplos de cómo sus actos y resultados dieron al “traste” o “enterraron” tanto a la mítica figura del Presidente de la República o hacer más difícil la posibilidad para que un ciudadano pueda llegar a cargos de representación popular por la vía independiente sin el cobijo de los partidos políticos, aun cuando estos últimos transiten por un desprestigio y no gocen de la confianza ciudadana.
No coincido, que sea a través de modificar el marco legal, para obligar a la sociedad, las instituciones y organismos, a conceder porcentajes en espacios a mujeres con el argumento de la paridad y equidad de género. Son las acciones, perfiles, experiencia y buena fama pública, las que deben hablar por las personas sean hombres o mujeres, de tal forma que si hacen bien las cosas ¡excelente! a reconocerlo sin importar el género.
Al momento en que una mujer se empodera, es gobernante, representante popular, funcionaria pública, alta directiva; no solo asume el cargo o título, también en automático, tiene la responsabilidad de no fallar. Que el empoderamiento sea con la sensibilidad a flor de piel y ese sentido común que caracteriza al género femenino, sin abandonar la condición en su máxima expresión. Soy mujer y estoy orgullosa de ello. ¡Es cuanto!