Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Es una pena que en los festivales de cine no exista una categoría al mejor villano. Hay villanos favoritos y también odiados. Imagínese que Hannibal Lecter o Darth Vader hubieran recogido su premio en una gala televisada.
Y si la televisión mexicana piensa premiar a lo mejor de la comedia, Televisa no gana este año y quizás los que vienen, tampoco.
Lo que usted puede ver muy temprano en las mañanas en su televisor o escuchar en la radio, ha sido sin duda un gran espectáculo de comedia en vivo, el cual, cada día nos arrancaba las carcajadas con ocurrencias increíbles, como la de rifar el avión presidencial. Hasta ahí, ocurrencias que servían para distraer al mexicano de a pie, de los yerros de la 4T.
Hasta esta semana.
Todo el guión de comedia iba bien. Cumplía con los propósitos de distraer y hasta hacer divertido el monólogo mañanero del prejidente. Todo fuera que al Señor Neoliberalismo se le ocurriera matar a una niña para hacer enojar al amo y señor de la cuarta transformación.
Cuestionado respecto al asesinato de la niña Fátima Cecilia, el señor prejidente dijo: “Sostengo que se cayó en una decadencia, fue un proceso de degradación progresivo, que tuvo que ver con el modelo neoliberal”.
Y fue más allá: dijo que la prioridad no es dar con los responsables del asesinato de la niña. Para él, no es la solución. La solución presidencial es “purificar la vida pública”.
Y siguió duro contra el Señor Neoliberalismo, quien veía atentamente la transmisión mañanera: “Se miden los homicidios, pero no se mide el grado de descomposición social que produjo el modelo neoliberal. Hay una crisis profunda de pérdida de valores, no han pasado a más las cosas, de por sí están muy graves, porque México es un país con una gran reserva de valores pero fue mucha descomposición que produjo el individualismo, el predominio de lo material”.
El Señor Neoliberalismo explotó en ira. Era el colmo. Este prejidente le echaba la culpa de todo: hasta de asesino de inocentes.
Esto llegaba a límites intolerables.
Cada mañana en el monólogo tempranero, lo insultaban y culpaban de cosas muy inverosímiles, pero como buen demócrata que presume ser, el Señor Neoliberalismo, aguantaba vara, como toro en corrida, pues era parte de la deliberación democrática.
Pero, que le digan asesino no fue de su agrado e hizo una visita en su unidad de memoria, a la carpeta de datos políticos inútiles y abundantes, en donde encontró una joya: una credencial de elector de 1997, en la que su dirección aparece fuera del entonces Distrito Federal.
Y recordó que se vio obligado a mudarse cuando llegó Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno, misma que después ocupó Rosario Robles y ella le entregó ni más ni menos que al actual prejidente.
Desde hace más de dos décadas que el Señor Neoliberalismo fue expulsado de la capital mexicana y no se vale que le echen culpas por los crímenes que hunden a la Ciudad de México.
Así que el Señor Neoliberalismo dará la batalla, ya no por limpiar su nombre sino para que el prejidente tenga la honestidad valiente para asumir las consecuencias de su verborrea e insensibilidad hacia los feminicidios que van en aumento en el país.
Ni una más.
ULTIMALETRA
“Una discusión política en el contexto actual, no está centrada en comprender el asunto que se debate sino en sí sé es buena o mala persona” Patricia Roberts-Miller
luisruben@plandevuelo.mx