Daniel Aceves Rodríguez
Hemos argumentado como nuestra Historia patria es apasionante y llena de claroscuros que nos permiten conocer más a fondo el actuar del ser humano y no perder la capacidad de asombro ante acontecimientos que pudieran parecer por demás extraños y poco explicables, pero que son propios en el devenir del hombre en su existencia mezclada por los entornos y situaciones del momento que contextualizan y dan forma a todo aquello que ha llenado las páginas que conforman nuestro pasado.
Hoy mencionaremos diez días que marcaron el rumbo de lo que se podría entender era el final del movimiento revolucionario que culminó con el exilio de Porfirio Díaz y el retorno o paso a un proceso democrático, donde por elecciones limpias había llegado a la Presidencia en 1911 Francisco I. Madero representando con él la apertura de una vida diferente de la nación de cara a un siglo XX que abría sus ojos a una dinámica fresca y un desarrollo enmarcado en principios de paz y de concordia; pero esto desgraciadamente no fue así, la luna de miel que vivió nuestro país en este despertar a la democracia fue muy corta, los barruntos de guerra, violencia, traición y encono se aprestaban a resurgir pronto de nuestro suelo y a sumirnos en otra etapa más de conflicto e inestabilidad.
Lo que va a ocurrir en México del 9 al 19 de febrero de 1913 se le conocerá como La Decena Trágica diez días que serán el entremés que abrirá la puerta a otra etapa de guerra y lucha intestina que no vendrá a terminar hasta 1929 cuando las fuerzas en conflicto o beligerancia serán aglutinadas por el llamado Jefe Máximo de la Revolución Mexicana con la formación de un partido por el cual dará fin a ese tiempo de cuartelazos, del “quítate para ponerme yo” enarbolado en Planes que no eran otra cosa más que declaraciones para apoderarse de la silla presidencial.
A pesar de llegar con toda la aquiescencia del país, la forma de gobernar de Madero con su vicepresidente Pino Suarez no resulto del todo grata para varios sectores, sobre todo el continuar con el ejército porfirista y licenciar a los revolucionarios que lo apoyaron, pero en específico el no ser sus políticas del agrado de los Estados Unidos que veían como no fluían tan fácilmente sus propuestas, por esta razón su embajador Henry Lane Wilson, empezó a hilar fino con personajes de la órbita porfirista como los Generales Bernardo Reyes, Félix Díaz y Manuel Mondragón este último inició una revuelta en la Ciudad de México que empezó a mover voluntades de distintos sectores, rápidamente liberó a los generales Díaz y Reyes que se encontraban presos en la capital capitaneando así un movimiento que de inmediato solicitó la renuncia de Madero y Pino Suarez, la cual por lógica no fue aceptada desbocando así un conflicto que durará esos aciagos días donde se dará toda una serie de vicisitudes como traiciones, injerencias extranjeras, ejecuciones arteras, pactos secretos, y un Presidente que duró un tiempo récord en su mandato entre otras cosas, así como una imagen que queda plasmada para lo posteridad donde se demuestra la lealtad del H. Colegio Militar.
Trágicos y sangrientos días donde la paz que buscó Porfirio Díaz con su partida del país donde expresó que renunciaba para no generar más derramamiento de sangre quedó sólo en el papel, México volvía a levantarse en armas, y era la Capital el centro de esta disputa y principalmente ubicada en lugares icónicos como la Ciudadela donde los rebeldes se apostaron e hicieron de ella su reducto de resistencia, igual que la Embajada de los Estados Unidos donde Wilson y Huerta tramaron el pacto letal con el que tendría el salvoconducto para eliminar a Madero y Pino Suárez
que ya no eran útiles para su proyecto político, por esa razón a este pacto de la ha llamado Pacto de la Embajada o de la Ciudadela.
Una vez informado Madero del levantamiento de estos Generales decide esa mañana a pesar del riesgo trasladarse del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional escoltado por cadetes del Heroico Colegio Militar en lo que se ha denominado La Marcha de la Lealtad y que una vez más refuerza el sentir patrio y el enorme orgullo que viste de gloria a esta leal institución, es por ello el festejo que anualmente se realiza para refrendar su respeto y observancia al Poder Ejecutivo.
Posterior a ello todo se vino con un alud de hechos, en un enfrentamiento sórdido cae abatido el sublevado General Bernardo Reyes y herido el General Lauro Villar defensor de la plaza, lo que ocasionó que Madero nombrara al General Victoriano Huerta comandante militar, craso error ya que esta decisión fue vital en el desenlace de este conflicto, ya que este último junto con Félix Díaz recibieron todo el apoyo del Presidente Taft por medio de su embajador Wilson para manipular la situación y exigir la renuncia de Madero y Pino Suarez, situación que aconteció el 19 de febrero donde se da un hecho por demás anecdótico; Pedro Lascuráin es nombrado Presidente interino y su mandato solo dura 45 minutos el tiempo necesario para elaborar dos oficios, uno nombrando a Victoriano Huerta Secretario de Gobernación y otro firmando su renuncia, donde legalmente por ley le corresponde a este último asumir el cargo de Presidente de la República (todo legal).
A pesar de las presiones de la embajada cubana, japonesa y chilena por salvaguardar la integridad de Presidente y Vicepresidente depuestos, estos son ejecutados el 22 de febrero corriendo la noticia que habían sido víctimas de un asalto…episodio triste de la Historia de México, que años posteriores vendrá ya no una decena, sino la llamada Docena Trágica, pero esta será otra historia.