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LOS CUATES DEL PRESIDENTE, CONFLICTO DE INTERÉS AL CUADRADO

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Rubén Aguilar Valenzuela 

Pensé que era difícil superar la incapacidad con la que el presidente Peña Nieto intentó el control de daños, a través de la operación de una estrategia de situación de crisis, frente a los hechos de Ayotzinapa y la Casa Blanca. Me equivoqué. Se puede hacer todavía peor.

Así lo demuestra la estrategia adoptada por el presidente López Obrador, para enfrentar la crisis provocada en su imagen y gobierno por los resultados de la investigación de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) sobre el posible conflicto de interés y tráfico de influencias de su hijo mayor, José Ramón López Beltrán.

Al conocer el informe lo que hizo, en lugar de ofrecer documentos que probaran la inocencia de su hijo, fue recurrir al insulto y la descalificación de los investigadores y también a la violación de la Constitución al hacer pública información privada protegida por la ley, para desprestigiar al periodista Carlos Loret de Mola. La agresión no desmiente y más bien confirma las acusaciones.

Ahora el cuate del presidente, Daniel Chávez, cabeza del Grupo Vidanta, se presta, en solidaridad con el amigo, a que lo relacionen con un caso de conflicto de interés cuando la empresa KEI Partners, que se ubica en Houston, Texas, y es propiedad de sus hijos Erika e Iván Chávez, supuestamente contrataron al hijo del presidente como asesor jurídico.

Es una actividad, lo saben los Chávez que tienen años de vivir en Texas, que López Beltrán no puede ejercer porque no ha pasado los exámenes que se exigen para ser admitido en la Barra de Abogados de Texas. Sin ese aval nadie puede ejercer ninguna función de carácter jurídico en ese estado. ¿En realidad trabaja ahí? ¿Con qué puesto y tarea?

El hijo del presidente, que reacciona 17 días después, en un pequeño texto, dado a conocer el domingo pasado, al calor del Super Bowl, afirma que: “en el 2018, tomé la decisión de seguir ejerciendo mi profesión de abogado (…) En la actualidad y desde 2020 trabajo como asesor legal de desarrollo y construcción para KEI Partners, empresa privada a través de la cuál recibí mi visa de trabajo”. Miente. De acuerdo a las leyes de Texas no puede ser asesor legal de esa y de ninguna otra empresa. Quien le escribió el texto lo metió en un lío. Abrió el conflicto en lugar de cerrarlo.

El cuate del presidente, Daniel Chávez, compró 200 millones de boletos del avión presidencial. ¿Sólo por amor al arte? ¿Qué beneficio obtuvo? Además es, entre otras cosas, integrante del grupo asesor del presidente en materia económica, supervisor presidencial del Tren Maya y ha donado a la CFE en Puerto Peñasco, Sonora, un terreno para un parque solar. Ahí Grupo Vidanta tiene un enorme hotel y es dueño del aeropuerto de la localidad. Todos sin recibir honorarios y nada a cambio ha dicho el presidente. ¿Nada a cambio? ¿Solo por amor al proyecto de la 4T? La de Chávez es vocación franciscana y no de empresario.

El supuesto contrato del hijo del presidente, para trabajar con KEI Partners no lo libera, no hay relación alguna, con su posible conflicto de interés y tráfico de influencias con la empresa Baker Hughes. Ese es otro asunto. Ahora él y la empresa que supuestamente lo contrata, no se ha hecho público el documento que lo pruebe, tienen que explicar a las autoridades texanas como ejerce la abogacía sin tener el reconocimiento de la Barra de Abogados de Texas. Es un problema más.

Hay datos para pensar que Daniel Chávez, en apoyo a su cuate el presidente, para tratar de “limpiar” a su hijo mayor, está ya metido en un caso de conflicto de interés y tráfico de influencias. Las decisiones del presidente han ido de error en error. Se le ve y oye fuera de control y ganado por las pasiones. Todos los días agrede a los periodistas y viola la Constitución. El día que asumió su cargo juró guardarla. No tiene palabra. El presidente eligió la estrategia del pantano. Se va a hundir en él. El caso lo va a acompañar hasta el fin de su mandato. Los insultos no exoneran a su hijo. La corrupción está en el círculo cercano del presidente. Crece el grupo de la gente que lo sabe. Eso le duele.

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