Fabiola Lara García
En país del sol naciente el estado de emergencia está llegando a su fin con los casos de coronavirus disminuyendo de manera drástica sin hacer lo que el resto de los países.
¿Sabían ustedes queridos lectores, que en Japón no impusieron restricciones a la movilidad de la gente? Sorprendentemente los negocios desde restaurantes hasta peluquerías permanecieron abiertos.
Así como lo leen. La vida en Japón siguió prácticamente normal y están en la etapa final en la que quisieran estar el resto de los países del orbe.
No se desplegaron aplicaciones de alta tecnología que rastrearan los movimientos de la gente. El país no tiene un centro de control de enfermedades. Y aún cuando se exhortó a las naciones a hacer pruebas indiscriminadamente (como lo hizo Islandia o más recientemente Bélgica) Japón ha realizado pruebas de diagnóstico a sólo el 0,2% de su población, uno de los índices más bajos entre los países considerados potencias.
Los japoneses ya han aplanado la curva con la cifra de muertes muy por debajo del millar, de las menores entre las naciones del Grupo de los Siete.
En Tokio, la capital japonesa, los casos han bajado a un solo dígito en promedio.
Esto no significa que ya triunfaron definitivamente, pues la posibilidad de una segunda ola de contagio más severa está siempre presente, Japón ha entrado y está listo para salir de su emergencia en sólo semanas, con el estatus ya levantado para la mayor parte del país y probablemente salga completamente en próximo días.
Analizar cómo Japón desafió las probabilidades y contuvo el virus mientras ignoraba lo realizado por el resto de las naciones se ha convertido en una conversación mundial.
Según académicos japoneses, existen 43 posibles razones citadas en los informes de los medios de comunicación, que iban desde una cultura de uso de máscaras y una tasa de obesidad famosamente baja hasta la decisión relativamente temprana de cerrar las escuelas.
Entre las sugerencias más extravagantes se incluye una afirmación de que los hablantes de japonés emiten menos gotas potencialmente cargadas de virus al hablar en comparación con otros idiomas, según información de Bloomberg.
En medio de la sorpresa en la que tomó al mundo, el caso de Japón es excepcional y nos deja en claro que cuando los científicos adquieren la batuta en una crisis como esta, se llega a buen puerto.