Rafael G. Vargas Pasaye
Es hasta cierto punto normal, no sólo por el fenómeno de las redes sociales, bien dice mi amigo filósofo argentino Enrique del Percio que el egocentrismo ya existía antes de la llegada de Facebook a nuestras vidas, pero lo cierto es que la dinámica de esos espacios digitales ha acelerado el proceso de aprendizaje, tanto como el de pensar que uno sabe de muchas cosas porque lo vio (a veces decimos “leyó”) en la red.
El fenómeno es cíclico, viene inicio de año y todos somos expertos en cine y estamos al pendiente de la entrega de los Premios Oscar, luego el SuberBowl y nadie nos soporta con nuestros conocimientos sobre el emparrillado, no se diga de la Serie Mundial de Béisbol, máxime cuando participan mexicanos en ella, y el más reciente quizá Miss Universo, con la chihuahuense Andrea Meza poniendo en alto el nombre del país.
Somos compartidos y nuestro pecho no es bodega, por ello lo expresamos en nuestros espacios digitales a la menor provocación. Aunque lo de hoy es ser experto en campañas políticas, y de pronto todo mundo sabe hacer, interpretar, levantar, leer encuestas y estudios de opinión. Cada uno de nosotros sabe quién ganó el debate y quien ganará la elección, la que sea.
Empieza uno a escuchar, o a leer, o a utilizar términos como “movilización”, “estrategia”, “estructura”, “voto switcher”, “declinación”, “Día D” entre otros muchos en el vocabulario electorero. Que pasando el 6 de junio poco uso se les dará.
Además, integrantes de los equipos de campaña ya se sienten ministros, ocupando sendos escritorios de madera con aire acondicionado. Lo mismo aplica con ciertos candidatos y candidatas que ya se vieron ocupando la curul correspondiente y creen que incluso los votos los transforma en seres inteligentes pero está comprobado que esto no sucede así.
Y de pronto todos sabemos de elecciones, de partidos políticos, aunque a veces ni sus candidatos sepan un poco de la historia de los institutos políticos. Y desde el centro del país empieza, o se intensifica una peligrosa serie de descalificaciones contra el árbitro de la contienda, mismo árbitro que le levantó la mano a su mejor pugilista en el 2018 y que hace poco le pidieran hacerse cargo de su proceso interno para renovar su dirigencia nacional, la cual tuvo que recurrir a una tercera encuesta para definir entre los diputados federales Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo.
Los pleitos electoreros deben llegar solo a eso, a pequeñas diferencias que concluyen con el ciclo mismo de la elección, cuando hay ganador o ganadora. Y evitar que se alarguen innecesariamente, la cantidad de partidos políticos que hay hoy en día en México a nivel federal y estatal parece muy superior a las que necesitamos, pero para eso sirve la democracia, para que nos identifiquemos con alguna, o de plano si ninguna llena el ojo expresarlo con un voto nulo en la urna el seis de junio.
Este periodo electoral también terminará, y seremos expertos en otra cosa y lo expresaremos en internet y en charlas de café que a final de cuentas de eso también va la libertad de expresión que data de muchos años atrás, aunque ahora le quieran poner nuevo etiquetado.
@rvargaspasaye
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